El Toro de Barro

El Toro de Barro

lunes, 31 de diciembre de 2012

"De la paciencia", Tao 64.





El libro del Tao
Tao 64




Un árbol que supera nuestro abrazo crece a partir de una pequeña semilla. 

Una estructura de más de nueve pisos comienza con un puñado de tierra. 

Un viaje de mil kilómetros empieza con un solo paso





 Grandes Obras de 
El Toro de Barro
 PVP 8 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es

llegar limpia de nombres
a tu nombre
sin gestos del pasado
ni voces que reclamen
como recién nacida
que viera por vez primera
a alguien
que no fuera su madre
sin ecos reconocibles
y poder nombrar nuestra mirada
con palabras nuevas
que contengan
la profundidad

del primer día sobre la tierra
Otros poemas de 
Neus Aguado



"El Profeta", de Carlos Morales. De su Libro "S". Ilustración Leonardo da Vinci

 

 



















"Concha", de Olav H. Hauge




Concha





Le construyes una casa a tu alma.
Y te paseas orgulloso
a la luz de las estrellas
con tu casa a la espalda
como un caracol.
Si adviertes peligro,
te metes en la casa
y te sientes a salvo
detrás del duro
caparazón.
Y cuando ya no existas,
quedará
la casa
y testimoniará
de la belleza de tu alma.
Y dentro susurrará
el mar de tu soledad.





_______________________________________

© Del poema, Olav H. Hauge
©  De la traducción, Francisco J. Uriz
En caso de reproducción, rogamos se cite la autoría.





























"Casi un preludio", de Manuel Rico






Casi un pReludio




El viento se deshace
en el bosque que se alza entre los nombres
que dan felicidad o nos asustan.

Es el viento de las habitaciones conocidas.
El de los autobuses de la tarde.
El de las bibliotecas huérfanas y el de los sótanos
de la ciudad que sólo tú conoces.

El de las barcas sin destino, despistadas
por brújulas dementes, soñadoras
en la tarde más sola.

El viento de las chozas y de los pozos y de los hospitales.
El de los desvanes polvorientos de todas las infancias.
El de las tabernas sin memoria, muertas
el mismo día que borraron calle y barrio y años de devociones
y de alondras.

El de las cocinas y el de las alacenas. El viento de la madre
y el de las mujeres que asoman a la lluvia
la mirada infeliz o el labio triste.
                                                                 El viento
de la orfandad de Benjamin y el viento del exilio,
de nocturnos de hollín en la Francia del sur
del año 39,
el de los túneles de trenes olvidados, el viento de la carne
que con la edad flojea, el de las jaulas
y el de las celdas solas, el de la niebla
sobre estaciones de montaña o en valles solitarios,
el que orea los mimbres en remotas praderas.

El que llora y es ciego. El que ríe y vislumbra
una piel intocada y a la espera.

El viento se deshace
en la orfandad sin tiempo que vive el sustantivo,
en el lugar nombrado o en la tierra
de lo innombrable, de lo deshecho o roto, de lo humillado. 







 De su libro
Fugitiva ciudad,
Hiperión, España, 2012.
 

Grandes Obras de
El Toro de Barro
PVP: 15 euros Pedidos a:
edicioneseltorodebarro@yahoo.es

"El Profeta", de Carlos Morales. De su Libro "S". Ilustración Leonardo da Vinci






















"El guardador de rebaños (II)", de Alberto Caeiro



 Jeanloup Sieff.

El guardadoR de rebaños
(II)
  

(Traducción de Juan Carlos Villavicencio)

 

Mi mirada es nítida como un girasol.
Tengo la costumbre de andar por los caminos
mirando a la derecha y a la izquierda,
y de vez en cuando mirando hacia atrás...
Y lo que veo a cada momento
es aquello que nunca había visto antes,
 y por eso sé dar con generosidad...
Sé tener el pasmo esencial
que tiene un niño si, al nacer,
repara que de veras ha nacido…
Me siento nacido a cada momento
para la eterna novedad del Mundo...

Creo en el Mundo como en una margarita,
porque lo veo. Pero no pienso en él
porque pensar es no comprender…
El mundo no fue hecho para que lo pensáramos
(pensar es estar enfermo de los ojos)
sino para mirarnos en él y estar de acuerdo...

Yo no tengo filosofía: tengo sentidos...
Si hablo de la Naturaleza no es por saber lo que ella es,
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama
ni sabe por qué ama, ni lo que es amar...

Amar es la inocencia eterna,
 y la única inocencia es no pensar…




1925





II



O meu olhar é nítido como um girassol. / Tenho o costume de andar pelas estradas / Olhando para a direita e para a esquerda, / E de vez em quando olhando para trás... / E o que vejo a cada momento / É aquilo que nunca antes eu tinha visto, / E eu sei dar por isso muito bem... / Sei ter o pasmo essencial / Que tem uma criança se, ao nascer, / Reparasse que nascera deveras... / Sinto-me nascido a cada momento / Para a eterna novidade do Mundo... // Creio no Mundo como num malmequer, / Porque o vejo. Mas não penso nele / Porque pensar é não compreender... / O Mundo não se fez para pensarmos nele / (Pensar é estar doente dos olhos) / Mas para olharmos para ele e estarmos de acordo… // Eu não tenho filosofia: tenho sentidos... / Se falo na Natureza não é porque saiba o que ela é, / Mas porque a amo, e amo-a por isso, / Porque quem ama nunca sabe o que ama / Nem sabe porque ama, nem o que é amar... // Amar é a eterna inocência, / E a única inocência é não pensar...









Nuestro agradecimiento a la revista
  Descontexto, y a su director
y traductor de este poema sabio, el poeta chileno
 Juan Carlos Villavicencio.


















sábado, 22 de diciembre de 2012

"Abrígate bien", de Mar Benegas



AbRígate bien


aabrígate bien
que la ciudad hiela
y hay gente hosca
que se alimenta de vísceras

abrígate cariño
que el viento trae
el helor de las máquinas
y el brillo gélido de los neones

abrígate de los amos y del hambre
de las fábricas y los comerciantes
de los mesías

de las guerras y el dólar, mi cielo
que lo injusto es una brújula
que señala siempre al frío

 abrígate mi amor
y mantén
el corazón tibio
no vayas a resfriarte


De su libro
El abrazo
Ed. 4 de agosto, 2011

 

 "Hombre caballo"   *   ”A veces los niños hacemos el amor

"Abrígate bien"   *   "La profecía"

"El fuego y la ira"


  
Grandes Obras de 
El Toro de Barro
 llegar limpia de nombres
a tu nombre
sin gestos del pasado
ni voces que reclamen
como recién nacida
que viera por vez primera
a alguien
que no fuera su madre
sin ecos reconocibles
y poder nombrar nuestra mirada
con palabras nuevas
que contengan
la profundidad
del primer día sobre la tierra

Otros poemas de




"El Profeta", de Carlos Morales. De su Libro "S". Ilustración Leonardo da Vinci