El Toro de Barro

El Toro de Barro

domingo, 22 de abril de 2012

María Luisa Mora, "Vagabundo"






EL VAGABUNDO

María Luisa Mora


Todo se va en la vida como se van los pájaros.
Tú has llegado a esta tierra y has contado que estabas
esperando un asombro
-como si no tuvieras bastante con el tuyo-
y allá, en las oficinas,
en los puertos marinos,
en los metros urbanos,
en los recintos serios de los antros ilustres,
has dejado tus cosas:
la flor de la mesilla,
el engaño amarillo que llevas en la frente,
la voz de mapamundi
que compraste una noche en un ultramarinos,
tus calcetines negros como hombres de luto
y el coral de tu cama cuando te sientes solo.

Eres un vagabundo,
un cometa que pasa recorriendo el océano
después de amar los astros que no conoce nadie,
no llevas equipaje más que las golondrinas
ni más camisa blanca que tus dientes pequeños.
No llevas alimentos, pero encuentras pescado
en cualquier quesería
y leche en las tabernas
y corbatas sin nudo en la piel del dentista.
No te faltan luceros para tu rumbo largo
y conquistas mujeres con la sal de tus ojos.
Pero tú necesitas que te besen el cuello
cuando tengas jaqueca.
Tú quieres una madre, con el rostro oloroso,
que te arregle la almohada.
Tú quieres unas flores que te enjuaguen los dedos
y un armario de azúcar para guardar tu ausencia.

Pero tú vas de paso,
de paso, solamente. Tú no puedes
comprar ninguna caa,
ningún chalet en el monte,
ninguna tierra indómita donde domar caballos
o sembrar azucenas o descubrir petróleo
o hallar viejos tesoros.

Tú no puedes quedarte:
eres un vagabundo;
te vas como los pájaros.








Este poema, de María Luisa Mora, pertenece a La tierra indiferente, ganador del Premio Carmen Conde de Poesía.










miércoles, 18 de abril de 2012

«Chinatown», de Merdedes Escolano

            Mercedes Escolano
(España, 1966)
Chinatown



1

La jungla brota con los primeros tigres.
El kimono de Madame Li-Sui entreabre

una ruta a los barcos noctámbulos:
encallados marines de rumbo impetuoso,

rostros rutinarios envueltos en penumbra
cuyas pipas de opio aroman el ambiente.

Al hilo del espejo perfilo el negrísimo
escorzo de mis cejas, con oriental

esmero repaso los detalles del atuendo
mientras aguardo fugaces demandas de amor.


2

Nacaradas uñas y polvo de arroz,
cutis de porcelana dinastía Ching.

Hábilmente esparcidas por mi nuca
los diminutos dientes del almendro.

Pétalos de melocotón, mis labios.
Maquillada rosa de té, mi mejilla.

Finísima hilatura de oro y seda
en el paipai bordado de la lengua.

Escarlata y púrpura, tatuado a fuego
sobre mis senos, un dragón enroscado.


3

En una calleja del barrio chino,
alumbrado por farolillos de papel,

este burdel se asemeja, por lo dorado
y lo rojo, pese a su falsa decoración,

al palacio del emperador Li Tai Chi.
Amargo y blanco brazo del espino,

mi corazón llora cada vez que un cliente
regala a mi collar una nueva perla.
¿Qué estanque sostendrá esta noche
las flores de loto de mis lágrimas?


De su libro
Malos tiempos
2ª Ed. 2001.


Grandes Obras de
EToro de Barro
Mercedes Escolano, «Malos tiempos» Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed. Tarancón de Cuenca, 2001. edicioneseltorodebarro@yahoo.es PVP 10 euros.
Mercedes Escolano, «Malos tiempos»
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2001.
PVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
























martes, 17 de abril de 2012

"Las cosas", de Pedro Antonio González Moreno

Fot. Marlen Vargas; Poemas de Pedro Antonio González Moreno. Edi. El Toro de Barro. El buscador de Joyas
Marlen Vargas
Las cosas



Qué vacíos los nombres de las cosas,
qué tormenta de truenos sin relámpagos,
qué oleaje sin agua, qué pájaro sin aire!
¡Qué inútil ese blando
roce de algunos pétalos que chocan
como intentando convertir en ruido
su perfume!
Las cosas
tienen voz, tienen bordes interiores
a los que nunca llega la caricia,
porque nunca la mano
llega a tocar lo que el misterio toca.
Parecen quietas y calladas, pero
nunca deja de hablarnos su silencio:
son lo mismo que el agua,
que nunca se detiene ni pregunta, sólo
discurre, y es un canto
de vida su transcurso.



De su libro
Calendario de sombras




_______________________________________
© Del poema, Pedro Antonio González Moreno
En caso de reproducción, rogamos se cite la autoría.


"Indisciplina", de Cesare Pavese. POESÍA DE EL TORO DE BARRO de Barro.



















viernes, 13 de abril de 2012

"Decúbito supino", de Amador Palacios







Amador Palacios

Decúbito supino


Viven durmiendo, armando sueños, y, aunque os reputan inverosímiles, creen en ellos y aun los gozan, que no va nada para los hombres de lo imaginado a lo tangible. 
MAX AUB


Para qué star enarbolado o andar a dentelladas ganándose la vida
o acabar derretido bajo el viejo crepúsculo
o trepar en la escala el andamio o la cúpula
con la vana ilusión de esgrimir una estrella
para qué si tumbado en hierba losa arena
lecho alfombra o rellano o diván formidable
esgrimes las estrellas o el más plácido olvido
o el más resbaladizo pensamiento
o se te viene encima
inopinadamente
la beatitud del cuerpo más hermoso
y es como su hubieses escalado
las escalas y andamios y las cúpulas
más inimaginables
en esas entremedias
de licores oscuros
y pausados mordiscos de manzana
y humo de cigarrillos.











Pedidos: 
edicioneseltorodebarro.yahoo.es
















lunes, 9 de abril de 2012

«El árbol de la sombra», de Rosa Alice Branco




Rosa Alice Branco
 (Portugal, 1950)
El árbol de la sombra 

Traducción de Mercedes Escolano



El árbol de la sombra
tiene las hojas desnudas
como el mismo árbol al mediodía
cuando se arraiga a la tierra
y espera
como espera un perro el regreso del dueño.
Nosotros nos damos abrigo más tarde
o ahora mismo en un lugar
muy distante
en el que el tiempo recorta
una alfombra que revolotea en el papel.
La casa de la sombra
es blanca y está habitada.
Aún estamos nosotros
sentados al fuego que tu sonrisa
enciende y acerca
en el silencio que ilumina
el árbol de la sombra
para que la noche dibuje
su nombre visible
y la sombra pueda contemplar
las ramas más bellas y el tronco más delgado
de su materia
En esta sombra hay un inmenso amor
al mediodía.
La hora de los prodigios
está formada por segundos del tiempo que ha de venir
y el horizonte
es la proximidad total de tu boca.


De
Caligrafía.
Col. Cuadernos del Mediterráneo
Ed. El Toro de Barro, 2001.
 
 
Otros poemas de Rosa Alice Branco
 
 
   Grandes Obras de
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
edicioneseltorodebarro@yahoo.esPVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.









 





"La batalla", poema árabe de autor anónimo








Autor anónimo
La batalla

 


Traducción dedicada a
Irene Zamorano
(Marrakesh, 2006).
 

Habíamos agotado todas las palabras del amor.
Callamos entonces.
Un silencio profundo se extendió entre nosotros
como entre dos ejércitos dispuestos para la batalla.
  
Y libramos la más grande batalla de amor.
El ruido de los sables estaba en nuestra boca.
Los suspiros de los moribundos en nuestros estertores.
El estruendo de los carros de guerra ardía en las arterias...
Y te conservé,
contra mí,
como un estandarte destrozado.....





Traducido de la edición francesa de
El jardín de las caricias,
De Fanz Toussaint





"La voluptuosa"       "El sueño de los lebreles"       "El alfarero"

"Canto de despedida"       "La serpiente"       El alfarero

"La bailarina"        "La batalla"        "El Vencido"

"La canción del guerrero"       "La arena"


Grandes Obras de 
El Toro de Barro

 
 PVP 8 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es

 
llegar limpia de nombres
a tu nombre
sin gestos del pasado
ni voces que reclamen
como recién nacida
que viera por vez primera
a alguien
que no fuera su madre
sin ecos reconocibles
y poder nombrar nuestra mirada
con palabras nuevas
que contengan
la profundidad

del primer día sobre la tierra
 

Otros poemas de