El Toro de Barro

El Toro de Barro

martes, 30 de junio de 2020

«Cadenas», de Ángel Corpa


Ángel Corpa
(España, La Mancha, 1952)  
 Cadenas 



No hay libertad sin cadenas.
Puede que la tenga Dios.
Puedes tú mismo tenerla,
puede tenerla el tirano.
Es lo mismo,
a fin de cuentas,
es la libertad rodeo
que va dando la cadena

Cadenas de hierro,
cadenas de plata,
apenas aquellas
me dejaban libre
estas me amarraban.

Libertad
¡que gran palabra para el preso!
carcelero
tú nunca podrás gozarla
Cadenas de hierro,
cadenas de plata,
apenas aquellas
me dejaban libre
estas me amarraban.

La libertad de vivir.
Pero, ¿y la libertad madre,
la libertad de morir?

No hay libertad sin cadenas.
No hay libertad sin cadenas.
No hay libertad sin cadenas.
No hay libertad sin cadenas.

Puede que la tenga Dios.
Puedes tú mismo tenerla,
puede tenerla el tirano.
Es lo mismo,
a fin de cuentas,
es la libertad rodeo
que va dando la cadena.

Le soltaron algo más a la cadena
y yo dije: ¡Me dieron la libertad!
La cadena es siempre igual:
eslabón que a mí me sueltan
a otro se lo apretarán.

Cadenas de hierro,
cadenas de plata,
apenas aquellas
me dejaban libre
estas me amarraban.

La libertad de vivir
pero, ¿y la libertad madre,
la libertad de morir?
No hay libertad sin cadenas.
No hay libertad sin cadenas.
No hay libertad sin cadenas.
No hay libertad sin cadenas.
Puede que la tenga Dios.
Puedes tú mismo tenerla,
puede tenerla el tirano.
Es lo mismo,
a fin de cuentas,
es la libertad rodeo
que va dando la cadena.

Letra de Eduardo Álvarez y Ángel Corpa
Música e interpretación del grupo Jarcha






Grandes Obras de


EToro de Barro
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
PVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.

















«Muerte de una mujer irlandesa», de Michael Hartnett

Ana Magnani (Autor desconocido)


Michael Hartnett
(Irlanda, 1941-1999)  
 Muerte de una mujer irlandesa

Traducción de Gerardo Arturo Gambolini



Ignorante, en el sentido
de que comía comida monótona
y pensaba que el mundo era plano,
y pagana, en el sentido
de que sabía que las cosas que andaban
a la noche por ahí no eran ni perros ni gatos
sino púcas y hombres de cara oscura,
tenía, no obstante, un orgullo feroz.
Pero sentenciada finalmente
a comer menos porridge cada vez
en una cocina fría como la piedra
con sus manos endebles
agarró del cuello a un mundo
que no podía entender.
La amé desde el día en que murió.
Ella era un baile de verano en el cruce de caminos.
Era un juego de naipes en el que una nariz salía rota.
Era una canción que nadie cantaba.
Era una casa registrada por soldados.
Era un idioma no hablado casi nunca.
Era el bolso de una niña, lleno de cosas inútiles.






Grandes Obras de 
EToro de Barro

PVP: 8 euros Pedidos a:
edicioneseltorodebarro@yahoo.es


Yo, que he sobrevivido a cien lanzas
y he hecho temblar el vientre
del desierto con uno solo de mis carros,
perdí ante tus ojos mi última batalla.
Ser cobarde en amor equivale a estar muerto.







Otros poemas de
 


"El Profeta", de Carlos Morales. De su Libro "S". Ilustración Leonardo da Vinci
El Buscador de Joyas
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
















lunes, 29 de junio de 2020

«Lot», de Carlos Morales del Coso



Carlos Morales del Coso
(La Mancha, España, 1959)  
 Lot 



(10 marzo 2003-29 junio 2020. Inédito. Este poema comenzó llamándose El viento del Desierto)
A Gocho Versolari





Uno nunca sabe de dónde sopla el viento
uno sabe nunca adónde viento va
uno sabe sólo que viento llega solo
y el pelo se levanta y canta entre los dedos
de la hoguera, y húndense en el pecho
las lanzas de sus ángeles, y cíñese en su vientre
el tacto de sus manos y vuelve su cabeza
y emergen de su boca el yugo de todo cuanto amó 
y el ánima se inclina y queda una mujer
un manto arrodillado,
y todo en orden queda y al cabo el viento vase
y deja un hombre solo 
hincado en el camino
y solo queda un hombre
su vieja empalizada frente al cielo
su luz de sal, amor, cubierta por la arena del desierto. 





Grandes Obras de

EToro de Barro
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
PVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.















«La piel», de Bertolt Brecht * «Llevo tu corazón conmigo», Edward Estlin Cummings * «Canción para mi hijo», de Rabindranath Tagor  «Aforismos», de Frida Khalo



domingo, 28 de junio de 2020

«Bellas manos, de Lucian Blaga.



Lucian Blaga
(Rumanía, 1895-1961)
 Bellas manos



Presiento:
bellas manos, como abrazáis ahora
con vuestro color mi frente llena de sueños,
así también abrazaréis un día
la urna con mis cenizas.

Sueño:
bellas manos, cuando calientes labios soplen
en el viento mis cenizas,
las que tendréis en las manos como un cáliz sin asas,
seréis como unas flores
desde las cuales la brisa derrama el polen.

Y lloro:
seréis aún jóvenes entonces, bellas manos.

Grandes Obras de 
EToro de Barro
Juan Ramón Mansilla, "Una habitación en rojo" Col. La piedra que habla Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed. Tarancón de Cuenca, 2011. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Juan Ramón Mansilla, "Una habitación en rojo"
Col. La piedra que habla
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2011.
PVP: 10 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
  




























miércoles, 24 de junio de 2020

«Cucarachas en la cochera», de Arturo Tendero

Primera guerra mundial



Arturo Tendero
(España, La Mancha, 1961)
 Cucarachas en la cochera



Al madrugar un día,
en la hora fronteriza,
cuando enciendo la lámpara,
descubro la invasión.
Están por todos lados y me escrutan,
relucientes y negras,
hermosas a su modo subterráneo.
Entonces, ¿qué me pasa? Desenfundo
y empiezo a ametrallarlas
con el insecticida,
una por una, a bocajarro, sordo
a mi instinto de paz, mi presunción
de hombre dialogante,
el miedo a envenenarme envenenando.
Acabo y, solo entonces, poco a poco,
voy volviendo a ser yo.
Ante mí, sobre el campo de batalla,
reina el silencio, apesta
con su perfume aséptico la muerte.
Me noto el dedo índice mojado
y sé que aunque me lave y enjabone
no borraré el estigma.
Los campos de exterminio, las matanzas
de indios, japoneses e iraquíes,
desde la Iliada al videojuego último,
empezaron así,
con este mismo impulso de un humano
que siente repugnancia,
un miedo indigno,
y se aferra frenético al gatillo
creyendo que es la mano de mamá.




Grandes Obras de

EToro de Barro 
        Teo Serna,  "El labernto de los dioses
Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2005.
carlosmorales59@gmail.com