El Toro de Barro

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miércoles, 9 de abril de 2014

«Cerco de alcoba», de Ernesto Lumbreras



Antonio Biassiuci 1848


Ernesto Lumbreras
(1966)

Cerco de alcoba


Contemplemos un enfermo. Mitad desasosiego entre mangles. Mitad conjuro entre nieblas. Observemos su temblor de escarcha. Su entraña de árbol que arde. Sorprendámoslo en su llanto de cerdo. Este casto coronel supura lotos. Su memoria es sangre en belfos. Disimulemos el aguacero nocturno en su gloria, la aparición de hormigas en su voz muerta.

- Para mí es una larva:
  Conmoción, herrumbre, vapor.

- Lo veo como un tizón en al agua.
  Su oratorio es cisma.
  Su corazón ostenta abedules.
  En su dehesa duerme un tejón.

         Para su fiebre un arroyo trae el alba. Habrá que pensar en santos óleos, entumida su alma en un bosque nevado. Esperemos la ventisca del huérfano, la damajuana de la viuda. Entre la noche que cierne el verbo encontraremos sus ojos: un flujo de alcohol asediado por luciérnagas.


De su libro
El encaminador de almas
(1999)


Grandes Obras de 
El Toro de Barro  
Salomón, "El Cantar de los Cantares”, Versión de Carlos Morales
Salomón, "El Cantar de los Cantares”
Versión de Carlos Morales
Col. «Cuadernos del Mediterráneo»
Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2003.
Salomón, "El Cantar de los Cantares”, Versión de Carlos Morales

 

 
























domingo, 9 de marzo de 2014

«Escritura de carbón», de Ernesto Lumbreras




Ernesto Lumbreras
(1966)
Escritura de cabron



Lo que escribo se parece al hecho de romper una piedra de carbón. Claro, entre una multitud de variantes quiero lo legible del golpe de mazo sobre ese mineral. Duro como la coz de un caballo sobre un fantasma. Transparente como la mordedura de un perro de aguas en mis genitales. No sé si mi escritura está en el sentido de la noche sin márgenes. Tampoco puedo afirmar que esta lámpara de carburo (camino entre un espeso sueño) me conduzca hacia la desembocadura de un río. No es que hubiese propósito alguno desde la primera línea de esta página. Tal vez un poco de ceguera, colinas peladas por la sequía, nidos abandonados. Ahora avanzo y alumbro los ojos de los animales. Quizás el movimiento de mis signos no tenga una progresión. Cegar una liebre en un pedregal tampoco la tiene. Ni siquiera partir una piedra de carbón y colocar sus fragmentos en el interior de esta linterna marca un destino.  Escribo frases rápidas con temor de haber vivido poco. Sé que me engaño. Lo inútil de la memoria en mi caso reside en su paraíso artificial. Es un orgullo vacío imaginar el pasado como un sobreviviente a quien celebramos  en los días inmediatos a los de su hazaña.  ¿Tendrá la realidad escrita una mejor vida que la que nos confiesa vivir? ¡Ah!, no lo sé, porque de golpe siento un estupor salino en mis pulmones.  Recuerdo que de niño miré desde una montaña el delta de un río. Aquello se parecía a una mano recogiendo caracolas en la playa. En este momento escucho un fluir y un respirar de agua. Escribo en mi mente:

Un fulgor para el ojo del fantasma   
hay en la piedra de carbón.
Algo de mí se muere ahora que sueño.



De su libro
El encaminador de almas
(1999)






Otros poemas de Ernesto Lumbreras

«El cielo»

«Sauce desbordado»

«Vagos en una esquina blanca»

«Cerco de alcoba»

«Escritura de carbón»

«Silencio»


Grandes Obras de 
El Toro de Barro  
Clara Janés, "Huellas sobre una corteza". Col «Cuadernos del Mediterráneo»,. Carlos Morales Ed. Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca 2004.

 Clara Janés, "Huellas sobre una corteza".
Col «Cuadernos del Mediterráneo»,
Carlos Morales Ed., Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca 2004.
 Clara Janés, "Huellas sobre una corteza". Col Cuadernos del Mediterráneo. Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca 2004.


 









 









domingo, 2 de marzo de 2014

«Silencio», de Ernesto Lumbreras



Ernesto Lumbreras
(1966)


Silencio


(el furor)


 Pasé la noche sin decirte nada.
 Bueno, te dije: niebla en el jardín,
 queriéndote decir: aquí las nubes
 pesan mucho, mejor pedir un toro
 en un campo de trébol. 
                                                           Sí, mejor
             prender fuego a tu casa cuando vuelvo
                           de la resurrección o del otoño.




(campo de trébol)


Un dolor incandescente cae en tu arroyo zarco. La herida es también un pensamiento. Duele así tu escritura: sol sobre la hierba donde una flor asoma. Quien se mira en tu sangre es el otoño. Yo deseo la luz muerta de una herradura bajo el agua.




(el misterio)


Yo no tenía palabras que ofrecerte.
Tenía sí, un jarrón chino con rosas,
la alegría de un bosque sin senderos,
mucho sol en los ojos y un deseo
como de pisar lumbre.
Me pesaba
                     tu hablar sin santo, sórdido, con pájaros
                     saqueando un granero de cebada,
                     día y noche, hasta su última semilla.
                     Me faltaban vocales para verte
                     correr tras el invierno.



De su libro
El encaminador de almas
(1999)


Grandes Obras de 
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
PVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
























 

jueves, 27 de febrero de 2014

«El cielo», de Ernesto Lumbreras





Ernesto Lumbreras
(1966)
El cielo
(Fragmentos)

                           

El que se den unidamente el respiro y la
                            visión, y no como simple posibilidad sino
                            en el acto, es ya un alto, puro cielo.
 

                                                                            María Zambrano



 
 
El cielo es un sauce desbordado. Entre sus ramas el sol es una oropéndola.

*

Lo anterior provocará burla en los bribones. No me importa. El cielo es un sauce desbordado. Contiene en sus ramas, además de la oropéndola, un relámpago en reposo. Otra cosa es su reunión de violonchelos. Graves como piedra de arroyo. Tibios como una verdad.
  Ríanse vagos de esquina. No debe importarme. Buscando mi alma entre las llaves de San Pedro me encontré un chorro de agua. Ahora sin dilación de pluma puedo decirlo. El cielo es un sauce desbordado. Todo su follaje es una oración.

*
 
También es una colina verde. Cómo no estar de acuerdo. En su césped el horizonte arde. Yo en cambio corro hasta su cima deseando encontrar un hacha de piedra o el cráneo de un toro.
  No les creará problemas estar de acuerdo conmigo. Una astilla de palomar en la hierba puede darnos la razón.


De su libro
El Cielo
(1998)

Grandes Obras de 
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Un rostro en el jardín”, Col. «Cuadernos del Mediterráneo», Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2000.

Carlos Morales, "Un rostro en el jardín
Col. «Cuadernos del Mediterráneo»
Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2000.
Carlos Morales, "Un rostro en el jardín”, Col. «Cuadernos del Mediterráneo», Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2000.
























lunes, 24 de febrero de 2014

«Sauce desbordado», de Ernesto Lumbreras

Jeanloup Sieff



Ernesto Lumbreras
(1966)
Sauce desbordado


Su follaje: la piedad de quien duerme un corazón entre abejas.


Su tronco: la lección de tinieblas de una parvada / la primavera en una brizna de escarcha.


Su raíz: una larva de serafín en la sangre / lo múltiple de una hora de junio / el sol de las oraciones que nadie oye.



De su libro
El Cielo
(1998)

Grandes Obras de 
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
PVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.






















viernes, 24 de enero de 2014

«Vagos en una esquina blanca», de Ernesto Lumbreras





Ernesto Lumbreras
(1966)
Vagos en una esquina blanca


En un esquina blanca se oyen estas voces:

sabe a lumbre                 arroyo                 más noche
                                                                                     puro corazón
grifo sin gracia
puta enamorada                                         vinagre
                             

   Uno de ellos observa el cielo. Le hunde el pensamiento. Lo satura de sílabas: chaparrón sobre un bosque / parvada sobre un estanque. Acaso desea una torre de caracol para sosegar la noche. Acaso reniega de un pubis húmedo, si sus amigos, prenden candela a un cordero dormido.
 

De su libro
El Cielo
(1998)

Grandes Obras de 
El Toro de Barro 
Carlos Morales, "Salmo”, Col. «Cuadernos del Mediterráneo», Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2005.

Carlos Morales, "Salmo
Col. «Cuadernos del Mediterráneo»
Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2005.