El Toro de Barro

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lunes, 27 de agosto de 2012

Poesía del Holocausto. Arturo Borra, "Hatikva"

 
 
"Ellos tienen derecho al olvido -pero la herida es imborrable. Pueden pedir la dulzura que les fue arrebatada -pero nadie puede ya concedérsela. Tienen derecho a no querer recordar. Nosotros no." (Arturo Borra). A la derecha de la fotografía, obseve el lector a un niño desnudo que va a ser fusilado.



 
Hatikva

(Esperanza)


Con la punta del fusil    en silencio        los enfilaban.

Traían la promesa de Heydebreck pero la desmentía el trayecto exiguo. Oscuramente lo sabían los cuerpos, las manos, la nuca. 

Vendrá el amanecer pero el frío del metal sobre la espalda venía a desmentirlo. La orden de desvestirse confirmó lo que todos temían: una ducha blanca no es lluvia. 

Entonces desobedecieron. Con el presentimiento de la ceniza
se destrabó                   la garganta. 

Y cantaron. Y el canto llenó el vacío del vestuario y    su miedo
también fue ceniza en un salmo de viento. 

Y la noche blanca cantó 
en la hora angosta donde se asfixia la última resistencia
entonando                       uno    a    uno               sus himnos
desnudos de pura pérdida
desnudos en los márgenes del cielo.
Y en pie siguieron cantando "Hatikva"
mientras las culatas se empecinaban en acallar la canción
   final.

Y cantaron los viejos    las madres con sus hijos en brazos         cantaron
los hombres
        todo el campo cantó
como pueden cantar 3792 muertos que enloquecen de esperanza. 

(Alemania, 9 de marzo de 1944)






Arturo Borra
Figuras de asfixia, 
Editorial Germanías, Valencia, 2012







 

Oración del miedo

La casa del lobo

Hatikva (Poesía del Holocausto)






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© Del poema, Arturo Borra,
©  De Figuras de la asfixia, Germanía Ed.
En caso de reproducción, rogamos se cite la autoría.

   


























1 comentario:

A chuisle dijo...

Es un magnífico poema Carlos. Tiene algo de cierre final. Así es: ellos tienen derecho a olvidar el horror, no nosotros, que no lo vivimos. Si todos olvidáramos, estaríamos condenados a repetirlo, a no darnos cuenta y dejar que pase de nuevo, una y otra vez. Y "esperanza" es una de las palabras que jamás suelto.