Steve Richard |
Carlos Morales
del Coso
(España, 1959)
Jerusalén
Cada vez que pienso en Jerusalén,
recuerdo el barro que nunca esculpí
con una mujer dentro
colgada de la luz,
apoyada en la luz,
penetrando en la luz de la mañana.
Y me pregunto
qué sería de las cúpulas doradas del dolor
si, en medio de la noche,
los dioses advirtieran el rumor
-por un instante solo-
de sus ágiles sandalias al costado.
los dioses advirtieran el rumor
-por un instante solo-
de sus ágiles sandalias al costado.
Y me pregunto qué sería del miedo
si –por un instante sólo–
si –por un instante sólo–
sus ángeles quemaran su címbalo de guerra en la
negrura
y atentos escucharon a su espalda
el roce de su túnica al caer,
así,
sobre la arena...
Oh, amigos, arriad la ira de vuestros
caballos,
y dejad que las flores extiendan sus cantos sobre
vuestro pelo
para mojarlo luego con el arpa de agua del manso
Kenereth,
pues sabed que tengo cosidos en los ojos los
vientos de su boca,
la boca que aún me arrastra -vencido- sobre el
viento
y las salmodias quiebran de los negros santuarios
de la muerte
mientras su dedo enciende las candelas de mi
corazón,
y no lo sabe...
Ay, amigos que habitáis en mi estrechura,
hela ahí alzando su hermosura sobre Jerusalén,
el barro que un día retuve tuve entre mis
manos,
el barro con yesca que no pude esculpir
porque abrasaba...
Otros Poemas de Carlos Morales
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea” Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed. Tarancón de Cuenca, 2002. PVP 10 euros. |
El Toro de Barro |
7 comentarios:
Hacía mucho que no leía un poema así. Ojolá que los santones de las religiones aprendieses a amar a una mujer, en vez de andar malmetiéndonos a los hombres.
Y sin embargo lo esculpiste y con qué pasión de luz ese tu barro, encendido en las candelas perdidas de tu corazón, arroja al río los rojos tambores de combate, extendiendo al infinito el canto de todas las flores. Y qué no podrás hacer, Carlos, con esos vientos cosidos a tus ojos.
Me habían hablado muy bien de este blog. Y me alegra haberlo encontrado. Dieversidad, mucha. Ética y Estética a partes iguales. Y luego tus poemas. Este poema. Ya no se escriben poemas así. ¿Y para los jefes de las religiones? Más viagra y menos metralletas. Un poema muy hermoso. Muy hermoso.
Hay mujeres que tienen mucha suerte.
Esto no tiene nada que ver con religiones, la sola palabra viagra ofende mis oídos en medio de la belleza de este poema. Todo tiene que ver con el amor, con la esencia del espíritu humano, la más perfecta obra de la Creación. Descubre en el más bello lenguaje los sentimientos más puros, aquellos que se guardan tan en lo hondo que nada ni nadie los puede contaminar.
En cada nuevo poema reafirmas lo que ya he dicho acerca de la grandeza de tu poesía. Vale la pena esperar por ella.
La imagen también es perfecta.
Arde la pasión que apagaría la muerte. Solo puedo dar gracias. Me descubro...
Coincido contigo en que, tal vez, no he usado una expresión correcta. Pero disiento en que este poema no tiene que ver con las religiones. Yo he leído el poema de Carlos Morales titulado "Salmo", y en el sitúa en las tres grandes religiones monoteistas el origen de la tragedia humana, de la guerra. A sus santones, a sus mohaydines les llama "negros pájaros de hierro", que gozan con la expansión de la violencia, que ejecutan en nombre de Dios. Hay otro poema, que se llama "La Danza del Burka", en donde los yihadistas bailan sobre los hierros retorcitos del atentado de Madrid. Y en este poema yo creo que vuelve a ponerse en este mismo terreno, pero de otra forma. Lo que viene a decir es que si -perdona mi expresión- los santones que han llenado el mundo de "cúpulas" de dolor, sintieron un poquito de amor por alguien, probablemente dejarían de hacer el mal. Esto es lo que yo pienso, en mi humilde opinión. Ahora que, con estos mimbres, Carlos Morales ha hecho un poema que no pasará nunca. Por eso dije, en sentido jocoso que no pretendía ofrecer a nadie, lo de la viagra. Espero que me perdones, Myriam, de verdad te lo digo.
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