Rafael Escobar
(España, La
Mancha, 1979)
Jaime Gil de Biedma
Hablábamos de ti en la
facultad a todas horas.
Los que te odiaban,
los que te llamaban
hipócrita, rojo sugestionándose
para sentir un dolor
proletario ficticio
que sería la redención por la
pérgola y el tenis
y los trajes de raya
diplomática.
Los que admirábamos
esa palabra tuya de honda
sencillez,
esos poemas de arquitectura
invisible,
como catedrales levantando
vigas
entre lo leve y lo grave
que fluye al calor de una
confidencia,
los que con apasionamiento
ingenuo
nos denominábamos
"biednamitas".
Aprendí de ti
que burlarse de uno mismo
es la única expresión del
egotismo
que puede resultar
pertinente,
que el yo
es el otro nadie de
cualquiera,
que para ciertos hombres la
nostalgia es prematura,
una inclinación vocacional
en que se acaricia con dedos
previsores
el perímetro de ruina y flor
que el tiempo destroza,
que existía un sexo fugaz,
llama intensa de sordidez
que, como los locales de
"cruising",
me encendía de deseo y
repulsión.
Sigo leyéndote,
te plagiaría con impudor
algo más que la sobria verdad
de tu palabra,
una elegancia, una moral para
envejecer
que abraza la serenidad,
el humor como el gesto
definitivo del desencanto,
arrugas que te ciñen la sien
como la corona de un monarca
roto pero intacto en su
ceniza.
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