Ernesto Lumbreras
(1966)
El cielo
(Fragmentos)
El que se den unidamente el respiro y la
visión,
y no como simple posibilidad sino
en
el acto, es ya un alto, puro cielo.
María Zambrano
El cielo es un sauce desbordado. Entre sus ramas
el sol es una oropéndola.
*
Lo anterior provocará burla en los bribones. No me
importa. El cielo es un sauce desbordado. Contiene en sus ramas, además de la
oropéndola, un relámpago en reposo. Otra cosa es su reunión de violonchelos.
Graves como piedra de arroyo. Tibios como una verdad.
Ríanse vagos
de esquina. No debe importarme. Buscando mi alma entre las llaves de San
Pedro me encontré un chorro de agua. Ahora sin dilación de pluma puedo
decirlo. El cielo es un sauce desbordado. Todo su follaje es una oración.
*
También es una colina verde. Cómo no estar de acuerdo.
En su césped el horizonte arde. Yo en cambio corro hasta su cima
deseando encontrar un hacha de piedra o el cráneo de un toro.
No les creará
problemas estar de acuerdo conmigo. Una astilla de palomar en la hierba puede
darnos la razón.
De su
libro
El
Cielo
(1998)
Otros poemas de Ernesto Lumbreras
«El cielo»
«Sauce desbordado»
«Vagos en una esquina blanca»
«Cerco de alcoba»
«Escritura de carbón»
«Silencio»
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Un rostro en el
jardín”
Col. «Cuadernos del
Mediterráneo»
Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2000.
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