La ballerina italiana Carla Fracci, pintada por Fortuny. |
Neus Aguado
Nec spe nec metu
Alumbro con una linterna de bolsillo
esta mi casa que cobijó tu ira,
me parece muy distinta, casi deshabitada,
la ira llenaba todos los rincones
y ahora ni siquiera hay tristeza
sólo vaga una divisa de una dama italiana
que se refugió sin temor ni esperanza
en los libros de horas, en los iluminados.
Un día de fiebre soñé una casa solariega
con las persianas entreabiertas
marcando el paso del sol y la belleza.
Tú me dijiste que la habías visto a la misma hora
Seguramente no fue a la misma hora,
seguramente no fue la misma casa
aunque días después la pudimos ver desde el tren,
entonces ignorábamos que ya habíamos perdido el tren,
la casa, las persianas, el paso del sol y la belleza.
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