© Luis Gonzalez de Palma |
Padre
Me atreví a visitarte
En la casa que no habitas.
Ciega la muerte sorda
A tu voz sin un presente.
Sorda la muerte ciega
De tus huellas ausentes.
Que tus ojos dieran luz
A la mirada primera
En la casa que no habitas.
Ciega la muerte sorda
A tu voz sin un presente.
Sorda la muerte ciega
De tus huellas ausentes.
Que tus ojos dieran luz
A la mirada primera
Y niña, otra vez,
requiero
Tu mano como franquicia.
Con instinto animal
Huelo todos los rincones
De la noche enemiga…
Tu mano como franquicia.
Con instinto animal
Huelo todos los rincones
De la noche enemiga…
Ya no huyo, padre:
Tu rostro dibuja la vida.
Tu rostro dibuja la vida.
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En caso
de reproducción, rogamos se cite su autoría.
El Buscador de Joyas |
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1 comentario:
Conocía este poema de Carmina y es un excelente y fiel exponente de lo que ha significado y significa un padre en la vida de un hijo. Con los años la imagen paterna se deconstruye y resignifica con el tiempo. El hilo conductor es casi siempre los lazos afectivos y sus interrelaciones, aquello que permanece.
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