El Toro de Barro

El Toro de Barro

martes, 27 de octubre de 2015

«Chaneques (Canción de cuna)», de Víctor Toledo

Poema CHANEQUES (CANCIÓN DE CUNA), de Víctor Toledo. Libro de Referencia:Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Coso ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es



Víctor Toledo
(México, 1957)
Chaneques
(Canción de cuna)

Los chaneques son los duendes del sureste mexicano.
 Los sacerdotes binizá tuvieron la premonición  de la
llegada de hombres blancos y barbados. Y avisaron a
 los aztecas que se asombraron como soles en la noche.




Velo, pero las hormigas no salen.
los chaneques cabalgan sobre ellas
ojillos terribles de luz, chisporroteando
garapa, garapa rapa.

Duermo, las hormigas vuelven
y los chaneques me olvidan.
Mi madre niña espiaba temerosa
cuando al corredor de la calle polvorienta -asteroide abandonado- entraban
pero las hormigas ya bebían sus piernas 
y eran la sombra que se abre en la luz de una estrella muerta.

Xhuncu: si desvelo
no puedes dormir
te recuerdo lo que ansiosa esperabas de tu infancia diluvial
y vas a reencontrar los hombrecitos luminosos
levantando polvaredas de la eternidad
con sus risas y rondas, con sus rosas lirondas, con sus lindes que rozan
el delirio, flotando entre los cedros,
desordenando asteroides de la constelación,
quebrando espigas cetrinas de la luna, vigas del cielo
y tibios nardos de la sombra.
¿Recordarán las hormigas
la edad del polvo milenario en que llegaron,
no la gota de leche de la noche
en que cada una se transparentó.
¿Lo que otras veces sucedió
cuando otro como yo robaba -de estrellas fugaces- preguntas a la noche
cruzada de relámpagos de tiempo?

A través de la ventana del viento
que da a una calle clara y larga
caído rayo fósil, cauda olvidada de cometa,
los tigres de Tezcatlipoca
y los sacerdotes binizá miran a los chaneques.
En la montaña aúllan brujos monos. Tienen frío.

Nocturna espuma, la hormigas florecían en los talones
¿qué premoniciones se aclaraban
como en el ojo de agua donde la danza pule su rostro?
¿Qué es lo que sabían?
¿Por qué todo camina tan quieto
como antes de una tempestad?

Zeeda Bendayuse-lá?
¿Viene bramando en el cielo un ganado de culebras?

Xhuncu Huini, al fin duermes.
Ellas vuelven sigilosas a tomar
de las tazas de barro
el líquido que corre
en monedas de cacao
mueven con sus antenas al vacío,
y la luz de la vela se tropieza y muere:
otra lengua protestando, manoteando en el silencio.
No les importa decirnos lo que saben
no les preocupa lo que pasa.

Los diminutos del tiempo
inquietan las ramas del viento
                                                   colgándose de ellas
con los brillos que ruedan en el agua
con los grillos que cantan en la aguja
escondida en la fragua marina del pajar.
Son voces maduras de la noche
                                                    a punto caer
¿Recuerdas cuando los nuestros se alejaron
con la danza enredada en los tobillos?

Cuando todos duermen soñando que sueño
la noche se empieza a levantar
en una alta ola que anega a la Vía Láctea.
Devora a la tierra un rumor
                                              ya estrépito de pasos
es un nutrido ejército defensor que se aproxima.
Garapa, garapa rapa.

- Baádu, nònu guciguiè
-Niño, es la estación de agua.
-¿Hriaba  bandáagaa guie´nisa là?
-¿Se deshojará la flor de agua?
-Cayete bi
-Está bajando viento.
-Ñaá, ma´ uleza bi
-Madre, ya esperó el viento.
-Caguiaba bandaaga,  ne nisaguié
-Se deshoja, está lloviendo.
-Ñaá, ¿zeda Cosijoeza, Binni Nanyo’ sti Yi ne sti       
                                                                     Belebiáni, shaíque stínu?
-Madre, ¿vendrá Cosigoeza, el  Señor del Tiempo
                                                           y del Rayo, nuestro emperador?
-Guùzi, shiiñi gaana, lu bacaanda´
Cacheesa lu guciguié
-Duerme, hijo, en el sueño
                                           que trota en la estación de agua. 


                                                                        

Otros poemas de Víctor Toledo




Grandes Obras de 
El Toro de Barro
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Cosoed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”
Col. «La piedra que habla»
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Coso ed.
Tarancón de Cuenca, 2005
PVP 10 euros.
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es





 





















martes, 18 de agosto de 2015

«A Johannes Brahms», de Jorge Luis Borges






Jorge Luis Borges
(Argentina, 1899–1986)


A Johannes Brahms





Yo, que soy un intruso en los jardines
Que has prodigado a la plural memoria
Del porvenir, quise cantar la gloria
Que hacia el azul erigen tus violines.
He desistido ahora. Para honrarte
No basta esa miseria que la gente
Suele apodar con vacuidad el arte.
Quien te honrare ha de ser claro y valiente.
Soy un cobarde. Soy un triste. Nada
Podrá justificar esta osadía
De cantar la magnífica alegría
-Fuego y cristal- de tu alma enamorada.
Mi servidumbre es la palabra impura,
Vástago de un concepto y de un sonido;
Ni símbolo, ni espejo, ni gemido,
Tuyo es el río que huye y que perdura.


Grandes Obras de
EToro de Barro
José Corredor-Matheos, "Deja volar la pluma en el paisaje". Col «La piedra  que habla», Carlos Morales Ed., Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca 2005. Premio Nacional de Literatura 2005, PVP 10 Euros,  edicioneseltorodebarro@yahoo.es
 José Corredor-Matheos, "Deja volar la pluma en el paisaje".
Col «La piedra  que habla», Carlos Morales Ed., Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca 2005
Premio Nacional de Literatura de España 2005
PVP 10 Euros
José Corredor-Matheos, "Deja volar la pluma en el paisaje". Col «La piedra  que habla», Carlos Morales Ed., Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca 2005. Premio Nacional de Literatura 2005, PVP 10 Euros,  edicioneseltorodebarro@yahoo.es












 







viernes, 14 de agosto de 2015

«Aurora», de Federico García Lorca

Poema AURORA, de Federico García Lorca. Libro de Referencia: Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.



Federico García Lorca
(España, 1898–1936)
Aurora



La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.





 Grandes Obras de

EToro de Barro
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
PVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.


















miércoles, 12 de agosto de 2015

«El río», de Carlos de la Rica

Poema El río, de Poemas de Amar de Pasar, de Carlos de la Rica. Libro de Referencia, Salomón, "El Cantar de los Cantares”, Versión de Carlos Morales

Carlos de la Rica
(España, 1929–1997)


El río
                                                                                                                     



Un júbilo de crines del lecho
gritando corre hacia la mar;
los vegetales de la ribera toca,
las verdes cortezas inocentes.
Oh agua, donde yo a diario
los pies sumerjo y lavo;
¿dónde tu boca transitiva,
la cuerda esa
que mi cuerpo ata y lo desnuda?
Quiero
tu rápida pasada y avalancha
o el remanso cierto del recodo
cuando curvas, río,
mis brazos y mi espalda.
Sumergirme en ti,
hasta el cabello hundirme
y contemplar con gozo
los inaudibles peces del fondo.
Yo te ansío, te busco
y te descubro al cabo,
mi agua, amor, ¡oh agua
del río mío!



De su libro
Poemas de amar y pasar



Otros cantos de
Poemas de Amar y Pasar,
De Carlos de la Rica







 Grandes Obras de 

EToro de Barro  

Salomón, "El Cantar de los Cantares”, Versión de Carlos Morales

Salomón, "El Cantar de los Cantares”
Versión de Carlos Morales
Col. «Cuadernos del Mediterráneo»
Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2003.