Francisco
de Quevedo
Más
allá de la mueRte
Cerrar podrá mis ojos la
postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
Mas no, de esotra parte, en
la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios
prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido:
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido:
su cuerpo dejará no su
cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
2ª Edición.
PVP 10 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
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Cuando tocó mi mano con sus dedos,
cuando mordió mi mano
y dejó sus labios caer sobre mi boca
como una manzana, había nubes
cabalgando encima de la tierra,
y el fuego de su alma se agitaba
como el relámpago de una tormenta de verano.
No era un espejismo, no: la tierra era
un mar sediento y encrespado,
y cuando la abrazó la lluvia, mi corazón
se llenó de guitarras, y se atrevió a cantar.
cuando mordió mi mano
y dejó sus labios caer sobre mi boca
como una manzana, había nubes
cabalgando encima de la tierra,
y el fuego de su alma se agitaba
como el relámpago de una tormenta de verano.
No era un espejismo, no: la tierra era
un mar sediento y encrespado,
y cuando la abrazó la lluvia, mi corazón
se llenó de guitarras, y se atrevió a cantar.
Shamer Khair
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