"La espuma se vierte sobre la luna, y el veneno
tiñe el horizonte con el rastro de su oscuro
verdor"
(Fotografía de María Claudia
Antonelli)
|
(En preparación, por Carlos
Morales)
La luna los mece en la espuma del
cielo.
Aún me sorprende vivir.
Afanosa la muerte busca en este siglo
Aún me sorprende vivir.
Afanosa la muerte busca en este siglo
y
pálidos se quedan aquéllos que la ven.
A
veces mira el tiempo alrededor y grita,
mira alrededor y después se desvanece.
El otoño se esconde de nuevo a mis espaldas,
y el invierno se aturde de dolor.
mira alrededor y después se desvanece.
El otoño se esconde de nuevo a mis espaldas,
y el invierno se aturde de dolor.
El bosque sangraba y a la vuelta del tiempo
la
sangre no dejaba de fluir.
Los
grandes números que se avecinaban
eran
dibujados por el viento en la nieva.
Viví
para ver esto y ver aquello.
El
aire se abandona pesado sobre mí.
Desde
antes de nacer,,
una
guerra silenciosa me toma entre sus brazos.
Aquí
me detengo, al pie de árbol
que
furioso balancea su corona.
Inclina
una rama ¿para agarrar mi cuello?
mas
yo no soy débil ni siento temor,
tan
sólo estoy cansado. Escucho. Y la rama
asustada
explora en mi pelo.
Sería mejor olvidar,
mas
yo nunca olvido nada.
La
espuma se vierte sobre la luna, y el veneno
tiñe
el horizonte con el rastro de su oscuro verdor.
Enrollo un cigarrillo
lentamente, cuidadosamente. Vivo.
lentamente, cuidadosamente. Vivo.
De su libro
Cluded
Sky,
(Trad.
S. Polgar, S. Berg y S.J. Marks)
Prensa
Sheep Meadow, Nueva York, 2003
foamy sky
The moon sways on
a foamy sky,
I am amazed that
I live.
An overzealous
death searches this age
and those it
discovers are all so very pale.
At times the year
looks around and shrieks,
looks around and
then fades away.
What an autumn
cowers behind me again
and what a
winter, made dull by pain.
The forest bled
and in the spinning
time blood flowed
from every hour.
Large and looming
numbers were
scribbled by the
wind onto the snow.
I lived to see
that and this,
the air feels
heavy to me.
A war
sound-filled silence hugs me
as before my
nativity.
I stop here at
the foot of a tree,
its crown swaying
angrily.
A branch reaches
down — to grab my neck?
I'm not a coward,
nor am I weak,
just tired. I
listen. And the frightened
branch explores my hair.
To forget would
be best, but I have
never forgotten
anything yet.
Foam pours over
the moon and the poison
draws a dark
green line on the horizon.
I roll myself a
cigarette
slowly, carefully.
I live.
Otros poemas de
"Viví sobre esta tierra" * "La espuma del cielo"
"Lunes al atardecer" * "No puedo saber"
"Postal segunda"
"Marcha forzada"
"Postal primera" "Postal tercera"
"Última postal"
Otros
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1 comentario:
“Viví sobre esta tierra en un tiempo en que el hombre cayó tan bajo que mataba por placer, sin que nadie lo ordenara.” Esta sensación es el territorio sobre la que descansan todos los poemas que Radnóti escribió desde que, en 1944, comenzó su peregrinación por los campos de trabajos de forados que le llevó a la muerte. Ese es el “tiempo”, el “siglo” al que el poeta alude en LA ESPUMA EN EL CIELO, que es, en opinión de muchos, el mejor de los poemas nacidos de este tiempo de dolor.
Su traducción ha sido extremadamente difícil, dada la carga simbólica de algunas acepciones, a la que sólo podemos mínimamente acercarnos después de una lectura del conjunto de la obra escrita su sus últimos días por Radnóti, y de la que depende, en buena medida, la lectura de este poema.
En él, como en otras piezas de esta serie, la “luna” comparece como signo simbólico de la muerte, así como lo “espuma” –o “veneno”– lo hace del espíritu del totalitarismo.
Con frases muy cortas y precisas –en ello reside su eficacia expresiva– extendidas a modo de pinceladas de marcada naturaleza expresionista, el poeta consigue dibujar un lienzo de extrema agitación, que recuerda a la de los paisajes de Van Gogh. Sin embargo, la voluntad más que evidente de mantener bajo un control estricto los excesos emocionales derivados de las imágenes utilizadas tiende a aherrojar esa agitación febril, produciendo en su conjunto una tensión formidable, como la que uno puedo sentir cuando se sabe a sí mismo en ese preciso instante en que se intuye que algo está a punto de ocurrir pero no ha ocurrido nada todavía. El resultado es una atmósfera acechante y llena de inquietud, en el que la luna, las nubes, la espuma, los árboles, la rama del árbol que se inclina para atrapar el cuello del poeta, parecen moverse lentamente para apresar a un hombre y arrojarlo indefectiblemente a los brazos de la muerte.
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