El Toro de Barro

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martes, 26 de septiembre de 2017

«Sabiduría», de Carlos Morales del Coso


Carlos Morales del Coso
(España, 1959)


Sabiduría
A Guillermo  Carnero



Sabemos bien los pájaros que las palabras vienen
como las hojas muertas
a plantar su delirio en nuestro pico.

Colgados de un cordel los pájaros sabemos
que las palabras vienen con gesto mendicante
y en la cauda se ponen y cuélganse en el aire
donde fray Luis aprieta el arpa a su jilguero 
y a secar don Dante pone
su roja y muy celeste
         mandolina.

Ignoran las incautas que son otros los tiempos.
Si ellas supieran, si en consideración tomaran
los áulicos graznares y el cemento,
renunciarían a su plato de comida
y huirían de la farsa entre las rosas
do no hubiera ramas,
do no hubiera nidos,
do no hubiera pájaros y sólo Dios cantara.





Poemas escogidos de
El libro del Santo Lapicero
  


Grandes Obras de 
EToro de Barro
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”
Col. «La piedra que habla»
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2005
PVP 10 euros.
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es





  






























1 comentario:

mery sananesembusteria.blogspot.com dijo...

Extraordinario, Carlos, como todos tus poemas, esa voz de sabiduráa antigua, de cielo despoblado, de ponientes cargados de luz que no se marcha. Palabras extraídas del silencio, plantando su delirio en el pico de los pájaros.

Sabes tú bien que el pájaro sobrevive la voz ausente del hombre. Y que hace mucho al arpa de Fray Luis se le rompieron las cuerdas, como al violin de Leòn Felipe, y que ni siquiera la mandolina de Dante logra distraer el destino de los condenados.

Sabes tú lo que ignoran las palabras, y por eso tu verso atraviesa los áulicos graznares, y resucitas con tu lamento las rosas, las ramas, los nidos. Sabes tú major que nadie que Dios no canta. Y que el canto del hombre està por construirse.