José Fábregas (Osselín) |
José Luis Morante
(1956)
La puerta carcomida
En el primer día de su ausencia
Con pulso firme el hombre
decide
abrir la puerta de su tiempo.
Desde
el umbral contempla,
con
dolor y nostalgia, la niñez:
paredes
transparentes
que
un lamentable olvido acumulado
dejó
casi vacías.
Hoy
sostienen acaso un traje rojo,
sombra
y polen de los bosques cercanos,
una
esfera, tebeos...
Mira
su adolescencia: dogmas rotos,
esperanzas
estériles,
ventanas
obturadas de verde y denso musgo.
Vislumbra
las entrañas
de
otras habitaciones que ilumina
una
vela gastada en días grises.Se da cuenta -lo atestigua su rostro
enarbolando una sonrisa triste-
que su tiempo le cabe
en el cuenco cerrado de la mano.
Y aceptando su sino
declinó en los postigos la falleba,
basculó en el dintel la puerta carcomida,
encadenó la verja despintada,
y penetró con gozo en el jardín umbrío
a conversar sin tregua,
entre la espesa fronda, con la muerte.
De su libro
Rotonda
con estatuas,
Madrid, 1990
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Un rostro en el jardín” Col. «Cuadernos del Mediterráneo»
Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2000.
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1 comentario:
"Su tiempo le cabe
en el cuenco cerrado de una mano..."
Cuánta realidad hay en estas palabras amigo mío...!!! Hermoso poema.
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