El Toro de Barro

El Toro de Barro

miércoles, 15 de diciembre de 2010

"Informando", de Gabino-Alejandro Carriedo








Gabino Alejandro
 Carriedo

InfoRmando




Por la mañana vino a parar este señor,
a preguntar por usted,
a llevarse su libro,
a llevarse las cosas que había encima de la mesa
donde puso la carta escrita anoche,
donde estaba el tintero,
la pluma estilográfica, el llavero,
y donde vagos recuerdos de amigo había
y la fotografía de una mujer
que dijo servían de prueba.

Ha venido por sus pasos al patio,
entró hasta en el comedor ,
se detuvo mirando los tapices,
lo registraba todo
y después ha vuelto nuevamente al despacho
donde había montones de papeles,
montones de carpetas,
montones de notas sospechosas como de negocios
(nunca me advirtió usted nada).

Más tarde ha preguntado por su madre,
la pobrecita apenas tenerse puede en pie
y ni siquiera pudo hablar.

A mí me ha dicho que si era yo algo suyo,
que cuánto tiempo hacía de una cosa
y qué visitas recibió.

Después de concluido el atestado
se han llevado el cadáver de usted en la ambulancia.
Había demasiada gente en el portal.
Daba tristeza, puede creerlo.
Yo estoy roto de llorar y no sé qué hacer.



De su libro














© De La fotografía, Susana Inés Nicolini
 En caso de reproducción, rogamos se cite la autoría.






Poeta de 
El toro de barro


























miércoles, 24 de noviembre de 2010

"El niño muerto", de Gabino-Alejandro Carriedo


Fotograma de El Ladrón de bicicletas







Gabino Alejandro
 Carriedo

El niño muerto




Por ejemplo, el niño estaba realmente malo.
Nadie se sorprendía, por ejemplo,
de que la madre se pusiera triste,
de que el domingo nada de concierto,
de que, por ejemplo, el padre paseara pensativo
de la mañana a la noche por su colocación.

Por ejemplo, naturalmente, murió el niño:
se fue, pobrecito, al cielo a jugar con los caballitos del cielo.
La madre, claro, no se consolaba,
andaba de cabeza su marido con los papeles
y la vecina decía lástima de criatura,
por ejemplo.

Quieras que no tuvieron que pensar en sacarlo:
el niño olía mucho, por ejemplo.
Las cintitas azules,
una caja elegida con esmerado gusto,
por ejemplo, dos curas, una corona, un coche
y -pián pianito, al cementerio,
con los niños detrás que amigos suyos fueran,
muy vestiditos, eso sí, por ejemplo.

Por ejemplo, por ejemplo,
pronto se pasó la pena,
y la madre se pintaba asiduamente,
y en seguida volvía al ginecólogo análogo
para hablar, por ejemplo, de otro niño posible,
y el padre mientras tanto a ganarlo en la oficina,
y a decir la vecina poco bien que estará,
por ejemplo, señores, el angelito en el cielo.



De su libro





"Pequeño tratado del mundo"

"El niño muerto"








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 En caso de reproducción, rogamos se cite la autoría.





Poeta de 
El toro de barro