(España, 1955)
De la naturaleza
Yo soy los elementos, la soledad del remo,
aquel
viento nudoso que viene de los bosques,
aquel
viento hecho hazaña
que
envanece las velas para un descubrimiento
y
vocea los nombres de cristal
que
llevarán los aires conquistados.
Si
arrecio en las planicies,
apagaré
la luz con que me buscas.
Cuido
de alborear si no me llaman cierzo,
y
silbo en las vasijas de antiguos mercaderes.
Carnal,
me mundanizo en las ciudades.
Frías
las manos de vivir a solas,
me
alejo de los cuerpos,
porque
sin calma es cárcel toda huida.
Si
ondeo en los arroyos,
no
tendrá el cielo dónde desnudarse.
Cuando
mi voz es nieve, pronuncio la quietud,
la
escarcha que termina lo que empezó una rama,
los
copos destilados de las ubres.
No
cruzo los portales,
permanezco
en el hielo por no llevar lo blanco
a
los hogares con blasón de luto.
Si
doy frío al espino,
lastimaré
las manos de los muertos.
Y
nazco alrededor de cuantos caminantes
convoca
el desamparo, reverbero en sus ojos,
candente
para mí y a ellos grato,
zanja
de enero, fuego
que
desciende a la mina de su llama
para
que vivan otros en mi calcinación. .../...
Si
prendo en los viñedos,
dormirá
el humo ebrio por los puentes.
Yo
soy los elementos, la inusual bonanza,
la
garza que no sabe volver de los mistrales,
el
animal que lame la sequía,
embarrancado
mar,
trópico
y polo de un país ignoto
donde
el día no es cierto, por más que yo amanezca.
Canción
de un hombre feliz
Cuadernos
del Mediterráneo
Ed. El
Toro de Barro,
Tarancón
de Cuenca, 2005
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Ramón Andrés, Canción de un hombre feliz
Col. «Cuaderno del Mediterráneo»
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2005.
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