(En
preparación, por Carlos Morales)
Marcha forzada
Está loco el que, habiéndose desplomado se
levanta y reanuda el paso,
y como dolor flotante mueve
tobillo y rodilla,
y retoma la marcha, como llevado
en alas,
y en vano lo llama la cuneta, no
se atreve a quedarse,
y si preguntas ¿por qué no? quizá
conteste aún
que una mujer le espera y una
muerte más sabia y más hermosa.
Pero está loco el infeliz, porque
allí sobre los hogares
hace tiempo ya que sólo el viento
abrasado remolina,
se ha vencido la pared de la casa,
el ciruelo se tronchó,
y el viento eriza el vello de la
noche vernácula.
Oh, si pudiera creerlo: que no sólo
llevo en mi corazón
todo lo que aún vale la pena y hay
un hogar al que volver;
¡si aún existiese! y como antaño
en el fresco y viejo porche
zumbase la pacífica abeja en
tanto se enfría la confitura de ciruela,
y el silencio de los fines de verano
tomase el sol en los jardines soñolientos,
entre el follaje los frutos
desnudos se meciesen,
y Fanny me esperase rubia ante el
seto bermejo,
y escribiese sombras lentamente la
lenta mañana,
–pero ¡sí, es posible todavía!
¡la luna hoy luce tan redonda!
No sigas andando, amigo,
¡repréndeme a gritos y me levantaré!
Otros
poemas de
"No puedo saber" * "Séptima égloga"
"Postal primera" * "Viví sobre esta tierra"
"Postal segunda" * "Marcha forzada"
"Postal tercera"
"Última postal"
Otros
© Herederos de Miklós Radnóti
© De la versión, Carlos Morales y Ed. El Toro de Barro
© De Negra leche del alba, El Toro de Barro.
En caso de reproducción, rogamos se cite la autoría.
© De la versión, Carlos Morales y Ed. El Toro de Barro
© De Negra leche del alba, El Toro de Barro.
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Grandes Obras de
El Toro de Barro
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En un dramático–y real– camino de retorno,
algunos de los 130 niños que sobrevivieron a Auschwitz viajaron de nuevo al escenario de aquel apocalipsis con un grupo
de estudiantes israelíes de secundaria, en el que se encontraban sus hijas. El
encontronazo de dos generaciones distintas con aquella memoria de dolor provocó
una gigantesca catarsis individual y colectiva, cuya historia fue narrada por la psicóloga
infantil Amela Einat en La cicatriz del humo,
Esta novela coral pone de manifiesto las diversas formas de
experimentar la presencia real de aquella tragedia en todas las
generaciones del Israel contemporáneo, de cuyas patologías Amela Einat
es una reputada e innovadora especialista
1 comentario:
Cómo adjetivar un poema escrito y guardado en el pecho de un hombre obligado a caminar hacia su propia muerte. Cualquier palabra queda reducida a añicos. Uno simplemente lee en silencio y le devuelve la vida a Miklós, por unos instantes, para que regrese de nuevo ante el seto bermejo, al viejo porche, a aguardar que se enfríe la confitura de ciruela. Y al hacerlo uno se sienta con él a soñar que alguna vez todos los hombres tengan un solar y un porche y una golosina que compartir. A ver si de tanto hacerlo terminamos por ahuyentar la muerte y resucitar la vida
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