Carmen
Moreno
Últimos días en el puesto del este
Últimos días en el puesto del este
Para
Cristina Fallarás
1936.
Maricón.
Diez disparos en la noche.
La luna vino a la fragua…
El agua fresa purga sus
heridas.
“No todas las guerras son
iguales”,
piensa mientras limpia la
carita de sus niñas muertas.
…con su polisón de nardos.
La sangre es la que pinta
caminos:
Rusia, Argentina o
cualquier naufragio
que desmienta la noticia.
Un hombre de palabra y la
muerte
se comen la boca tras la
tapia del cementerio.
2012.
Madre.
El niño la mira, mira.
Sus pequeños dientecitos
que soltaron la teta
exhausta y vacía de ternura
se clavaron en el rostro de
ella.
“Tengo hambre”, decía la
más pequeña
y seguía tejiendo el pelo
materno
para venderlo más tarde.
Un mendrugo de pan era su
cabeza.
Hay vientos que nos
desfiguran
la respiración
les cuenta ella mordiéndose
las manos.
El niño la está mirando…
Les promete que les llevará
lejos.
Les promete que el frío no
será más un nombre propio.
Las mujeres que lloran
para salir en las noticias
suelen señalarle con el
dedo
y la hostigan en un intento
por deshacerse de una rival
que las caza como a víboras.
Ellas reptan y se retuercen
y envenenan a estos niños
que la quieren como se
quiere lo inevitable.
Dos heridas de muerte parió
hace tiempo.
Dos heridas de muerte que
le costarán su identidad
y por las que renace cuando
olvida tanto dolor mudo
y protege más allá del
vientre
con el que hace la guerra.
De su
plaquette
Moscú entre clavículas
Grandes Obras de
El Toro de Barro
PVP 8 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
|
a tu nombre
sin gestos del pasado
ni voces que reclamen
como recién nacida
que viera por vez primera
a alguien
que no fuera su madre
sin ecos reconocibles
y poder nombrar nuestra mirada
con palabras nuevas
que contengan
la profundidad
del primer día sobre la tierra
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