Antonio Colinas
(España,
1946)
Canto II
Un sol
de piedra tengo contenido en mi cráneo.
Tengo
un lago de plata fundida en mi cerebro.
Me está
abrasando el alma un milenio de música,
mientras
llega del fondo de la noche y su nada,
del
lomo adormecido y bestial del desierto,
un
perfume de estiércol y de intensos jazmines:
aroma
que no aroma en la nada vacía.
Se
tambalea el orbe en la curva del límite,
en esta
arena que es trituración de estatuas
y
de sueños, o acaso el herido costado
de
un cadáver sediento que se arrastra hacia el mar.
Algo viene
de lejos, y nos llama, y se va.
y
todo es un silencio, y un presente infinito.
Algo
devora el alma en su inmovilidad.
Algo
silba en la médula de las vértebras, sube
como
mercurio o bola de oro o de fuego.
hasta
el cráneo y allí estalla, y nos sumerge
en un
mareo inmenso a mi carne y al mundo.
¿Será
acaso el desierto el fósil de algún cielo,
firmamento
en cenizas o un gran mar calcinado?
¿y el
cielo no será un desierto mineral, negador,
a pesar
de sus brillos, del secreto divino?
El
cuerpo del desierto y el cuerpo del mar
se
penetran de noche, y ya oigo derramado,
allá
arriba, un aullido de placer y de muerte
en el
que se desgarran los hombres y los dioses
que a
lo largo del tiempo han sido, y que serán.
Recogido de su antología
Noche más allá de la noche (1980-1989)
Grandes Obras de
Sabas Martín
La heredad
Col. Narrativa
Ediciones El Toro de Barro
Tarancón de Cuenca 2001
96
páginas
10 Euros
El Toro de Barro |
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