Vicente Huidobro
(Chile,
1893 – 1948)
Total
“He oído un ruido de cadenas que se rompen. Ha nacido un hombre”
VH
Basta ya
de vuestros pedazos de hombre, de vuestros pequeños trozos de vida. Basta ya de
cortar el hombre y la tierra y el mar y el cielo.
Basta de vuestros fragmentos y de vuestras
pequeñas voces sutiles que hablan por una parte de vuestro corazón y por un
dedo precioso.
No se puede fraccionar el hombre, porque hay todo
el universo, las estrellas, las montañas, el mar, las selvas, el día y la noche.
Basta de vuestras guerras adentro de vuestra piel
o algunos pasos más allá de vuestra piel.
El pecho contra la cabeza, la cabeza contra el
pecho.
El ojo contra la oreja, la oreja contra el ojo.
El brazo derecho contra el brazo izquierdo, el
brazo izquierdo contra el brazo derecho.
El sentimiento contra la razón, la razón contra
el sentimiento.
El espíritu contra la materia, la materia contra
el espíritu.
La realidad contra el sueño, el sueño contra la
realidad.
Lo concreto contra lo abstracto, lo abstracto
contra lo concreto.
El día contra la noche, la noche contra el día.
El Norte contra el Sur, el Sur contra el Norte.
¿No podéis dar un hombre, todo un hombre, un
hombre entero?
El mundo está harto de vuestras voces de canario
monocorde. Tenéis lengua de príncipes y es preciso tener lengua de hombre.
Es preferible oír los discursos de un
picapedrero, porque él al menos siente su cólera y conoce su destino, él está
en la pasión y quiere romper las limitaciones.
En cambio, vosotros no dais la gran palabra que
se mueve en su vientre. No sabéis revelarla.
La gran palabra que será el clamor del hombre en
el infinito, que será el alarido de los continentes y los mares hacia el cielo
embrujado y la tierra escamoteada, el canto del ser realizando su gran sueño,
el canto de la nueva conciencia, el canto total del hombre total.
El mundo os vuelve las espaldas, poetas, porque
vuestra lengua es demasiado diminuta, demasiado pegada a vuestro yo mezquino y
más refinada que vuestros confites. Habéis perdido el sentido de la unidad,
habéis olvidado el verbo creador.
El verbo cósmico, el verbo en el cual flotan los
mundos. Porque al principio era el verbo y al fin será también el verbo.
Una voz grande y calma, fuerte y sin vanidad.
La voz de una nueva civilización naciente, la voz
de un mundo de hombres y no de clases. Una voz de poeta que pertenece a la
humanidad y no a cierto clan. Como especialista, tu primera especialidad,
poeta, es ser humano, integralmente humano. No se trata de negar tu oficio,
pero tu oficio es oficio de hombre y no de flor.
Ninguna castración interna del hombre ni tampoco
del mundo externo. Ni castración espiritual ni castración social.
Después de tanta tesis y tanta antítesis, es
precisa ahora la gran síntesis.
Nuestra época posee también sus bellas cabezas de
algodón. De algodón con pretensiones explosivas, pero absolutamente hidrófilo.
¡Ah, ya sé! La medida, la famosa medida. Sois
todos muy medidos. Si a veces esto no fuera un pretexto, si a veces ello no sirviera
sino para esconder vuestro vacío.
Habéis nacido en la época en que se inventó el
metro. Todos medís un metro sesenta y ocho, y tenéis miedo, miedo de romperos
la cabeza contra el techo.
Pero necesitamos un hombre sin miedo. Queremos un
ancho espíritu sintético, un hombre total, un hombre que refleje toda nuestra
época, como esos grandes poetas que fueron la garganta de su siglo.
Lo esperamos con los oídos abiertos como los
brazos del amor.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Mercedes Escolano, «Malos tiempos» Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed. Tarancón de Cuenca, 2001. PVP 10 euros. |
El Toro de Barro |
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