David Avidan
La mancha quedó en el muro
Traducción de Arey Comey
Alguien trató de raspar la mancha del muro,
pero la mancha era más oscura (o al contrario –
demasiado
clara)
Entonces mandé al pintor que cubriera el muro de verde,
mas la mancha era demasiado clara.
Llamé al albañil, para que encalara el muro a la
perfección,
mas la mancha era demasiado oscura.
De cualquier manera – la mancha quedó en el muro.
Entonces, tomé un cuchillo y traté de raer la mancha
del muro.
El cuchillo estaba demasiado afilado,
recién ayer lo afilaron.
De todas maneras
empuñé un hacha y le di al muro, pero paré a tiempo.
No sé por qué pensé de repente
que el muro se fuera a caer y la mancha quedar.
De cualquier manera – la mancha quedó en el muro.
Y cuando me pusieron a mí contra el muro, pedí estar
cerca de
/ella
y la cubrí con mi ancho pecho (quién sabe: tal vez)
y cuando me rociaron por la espalda, salpicó mucha
sangre,
/pero
sólo por la espalda.
Dispararon
y yo que tanto creí que la sangre cubriría la
mancha.
Segunda andanada.
Y yo que tanto creí, que la sangre cubriría la
mancha.
De cualquier manera – la mancha quedó en el muro.
Otros
Grandes Obras de
El Toro de Barro
PVP: 10 euros Pedidos a:
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
|
En un dramático–y real– camino de retorno,
algunos de los 130 niños que sobrevivieron a Auschwitz viajaron de nuevo al escenario de aquel apocalipsis con un grupo
de estudiantes israelíes de secundaria, en el que se encontraban sus hijas. El
encontronazo de dos generaciones distintas con aquella memoria de dolor provocó
una gigantesca catarsis individual y colectiva, cuya historia fue narrada por la psicóloga
infantil Amela Einat en La cicatriz del humo,
Esta novela coral pone de manifiesto las diversas formas de
experimentar la presencia real de aquella tragedia en todas las
generaciones del Israel contemporáneo, de cuyas patologías Amela Einat
es una reputada e innovadora especialista
No hay comentarios:
Publicar un comentario