Martín López Vega
InterValo de quintas
La ventana abierta al
Trastevere,
afinas las cuerdas del
violín. Me gusta
ver cómo lo haces, el
cuidado con el que buscas
la nota exacta, pues es
lo mismo que haces
conmigo cada vez que
nos encontramos
–cuatro cuerdas:
tensando la angustia
suenan las dulces notas
de la calma.
Acariciando la
melancolía afinas el presente.
El dolor y la
incertidumbre sustituidos
por la calma y el
placer a intervalos de quintas.
Tocas viejas melodías
sefarditas.
Quién sabe si acaso no
es la primera vez
que suenan aquí: al fin
y al cabo
este era el barrio
judío, y nuestra casa
lleva en pie desde el
siglo XV.
Tú tocas y yo leo en el
cuarto de al lado,
egoísta por un
instante, pienso:
¿dónde está todo lo que
era yo?
¿Qué fue de las arañas
que me habitaban,
qué de los hondos
charcos oscuros?
Pienso: gracias, amor,
por hacerme creer
que también yo puedo
llegar a ser esto,
en la tarde de agosto
límpida luz de música.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
PVP 10 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
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no apuntéis vuestros fusiles
sobre mi alegría,
contra la que no vale la pena malgastar
ni lo que cuesta un cartucho.
Lo que veis
ágil y rápido como una gacela,
huyendo en todas direcciones como una perdiz
no es alegría,
creedme,
sobre mi alegría,
contra la que no vale la pena malgastar
ni lo que cuesta un cartucho.
Lo que veis
ágil y rápido como una gacela,
huyendo en todas direcciones como una perdiz
no es alegría,
creedme,
mi alegría nada tiene que ver con la felicidad...
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