José Luis Jover
Aprender a morir
Soñaste que morías
Soñaste que morías
y entrabas en la nada.
Y la nada no era
el inmenso vacío
donde la luz dejara
un recuerdo del blanco,
sino un bloque de mármol
del color de la noche
y el tamaño de Dios.
Un espacio metafórico
Hasta esas pequeñas
últimas raíces del tronco del dolor
descienden y se instalan poblaciones
de mariposas negras.
Vi una vez como era
Se soltaba el hurón
a la entrada de la madriguera. El conejo, si no era degollado en la oscuridad,
huía al exterior, donde le estaba esperando el plomo de los cartuchos. ¿Haber
sentido ser el cazador? ¿El conejo? ¿El hurón?
Para aprender a morir
Pues que la muerte
aparece
cada vez de una manera
ni siquiera
para aprender a morir
me valiera
morirme más de una vez.
En el fondo de la vida
No existe biografía
de sus antepasados.
Procede de una oscura
profundidad de muertos.
Confortabilidad
Quiere entrar en la
muerte como cuando por la noche se va a dormir, retira la colcha, ahueca la
almohada, abre la cama y entra en ella.
Ver
otros poemas de su libro
Pre-Textos,
Valencia 1997.
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