Fotograma de El Ladrón de Bicicletas
Luis Alejandro
Contreras
(Venezuela,
1955)
La Gracia*
Miras, cada mañana, la imagen devuelta por el espejo
y no encuentras la razón de
ser de cada día.
Antes, muchos años ha, veías
belleza
hacia donde se tendía la
mirada.
Pero los días se convirtieron
en semanas,
las semanas en meses
y los meses en años.
Y el paso del tiempo dejó de
ser baile
para perder el ritmo
en no sabes cuál curva del
camino.
¿Quién se robó la danza? te
preguntas…
pensando en aquel momento
en el que le tendiste las
preguntas a tu padre.
¿Por qué los días duran
menos, papá?
¿Por qué vuelan, por qué se
esfuman?
¿Por qué ya nadie canta como
antaño?
¿Por qué ya nadie se visita
como antes?
¿Por qué no se celebra todo
lo que antes celebrábamos?
¿Por qué la gente anda tan
seria y con la furia en el rostro?
Y tu padre no supo qué
decirte.
Tan sólo largó un suspiro
y una lacónica exclamación:
los tiempos cambian, hijo.
Abruptamente recuerdas aquel
día,
el día infausto, doloroso,
revelador
en que ibas a su lado por las
calles,
contemplando todo lo que
habías visto
hasta entonces como el acto
de una magia milagrosa,
el día lóbrego y enmudecedor
en el que la niñez dijera
adiós.
Pero ahora te miras en el
espejo
y una luz súbita hace un
destello
al entrar por la ventana
y vislumbras un día más allá
de la memoria perdida.
Y viene a hablarte, una vez
más,
aquella voz amorosa, aquella
voz
que de sólo escucharla ya
acaricia,
para decirte, en un susurro…
¿Qué importa que belleza y
alegría
sean efímeras si en ello
son tan parecidas a la vida?
Ten en cuenta, amor,
que no todas las cosas
son fachadas muertas.
Todavía es posible levantar
una fogata
a la luz de la luna en la
montaña.
* Ante el Chin 22 La gracia – El fuego –
La montaña.
lacl, 08 de Noviembre, 2019, amanecer.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Un rostro en el jardín” Col. «Cuadernos del Mediterráneo» Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2000. |
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