Juan Vico
Mediodía
Había
algo arañando tu puerta,
algo
que respiraba demasiado fuerte junto a tu nuca,
un
aliento entrecortado, una
forma
muy concreta de impaciencia,
había
golpes que retumbaban desde dentro
del
baúl, signos de movimiento,
marcas
de lucha a tu alrededor.
Y
ahora qué,
te
preguntaste indeciso,
hacia
dónde mirar, cómo saber si la sangre fluye
en
la dirección acostumbrada,
cómo
alcanzar el tono justo,
acertar
la pregunta,
medir
el diámetro del futuro inmediato.
No
hay motivo concreto,
lo
lamentamos,
estabas
ahí,
tan
tranquilo,
mecido
por el tictac de tus propias palabras,
anclado
al contorno familiar de los objetos,
dueño
de ti, a juego con
la
decoración,
cuando
algo comenzó a hacerse visible
en
el centro de la sala,
tensó
tus tripas, bajó tu cremallera,
te
llamó por otro nombre,
te
obligó a levantar la cabeza como a un perro de presa.
La
máscara se resquebrajó,
borboteó
la sangre como sangre recién nacida,
rebrotó
la savia y el licor
espeso
de las ocasiones perdidas
se
te atascó otra vez en la garganta,
confundiste
por un instante
fechas
y rostros, se descongelaron
decenas
de imágenes
solo
para que pudieras percibir
que
siempre habrá nuevos motivos de inquietud
bajo
el amable perfil del mediodía.
Los
minutos siguieron cayendo
del
lado de la aritmética,
pero
la escena ya no era la misma.
Ella
te miró, tú sonreíste,
pronunciaste
su nombre con extrañeza,
procurando
recobrar el sentido
de
la charla
y
entonces, como de costumbre,
casi
sin darte cuenta, sin cambiar
apenas
la expresión,
asumiste
que eras tú mismo el que había jadeado
[pesadamente,
el
que hacía vibrar el cristal de las copas,
el
que frotaba la pezuña todavía sobre el felpudo,
y
te llevaste de nuevo el tenedor a la boca
como
si nada en absoluto hubiera pasado,
como
si no pasara nada nunca.
De La balada de Molly Sinclair
Origami, 2014
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Coexistence es, a día de hoy, la primera y única antología del mundo y de la historia que ha podido reunir
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