Claudia Hernández
del Valle Arizpe
(1963)
Bruselas
Su cuerpo es el mapa de una memoria
que comienza a equivocarse.
La
miro desde arriba:
su espina dorsal
sus órganos
las verdes ramificaciones que la tejen.
Estando lejos ahora
no importa si la estatua de dios
medía dos metros de largo;
sólo veo el brillo de esos pies
que los turistas frotan para volver,
o el fulgor de los ojos de Vivianne
rasgados por el odio;
su nuca gris reflejada en el espejo
mientras me cuenta: “Dejó de amarme.
Mi marido quiere a un muchacho
que podría ser su hijo”.
su espina dorsal
sus órganos
las verdes ramificaciones que la tejen.
Estando lejos ahora
no importa si la estatua de dios
medía dos metros de largo;
sólo veo el brillo de esos pies
que los turistas frotan para volver,
o el fulgor de los ojos de Vivianne
rasgados por el odio;
su nuca gris reflejada en el espejo
mientras me cuenta: “Dejó de amarme.
Mi marido quiere a un muchacho
que podría ser su hijo”.
La
ciudad es el cuerpo de un deseo
que sobrevive.
que sobrevive.
Qué
importa en dónde se detiene
el tranvía de la Brugmann
si lo que dejó es el correr de las piedras
bajo el agua
y su cielo sin intermediarios, al bajarme.
O como aguja que atraviesa la superficie,
la tela blanca del día
cuando salgo al balcón
y de inmediato unas gaviotas se me abalanzan.
el tranvía de la Brugmann
si lo que dejó es el correr de las piedras
bajo el agua
y su cielo sin intermediarios, al bajarme.
O como aguja que atraviesa la superficie,
la tela blanca del día
cuando salgo al balcón
y de inmediato unas gaviotas se me abalanzan.
Cerrar
los ojos o abrirlos
da igual en este caso
porque no busco la nitidez de los recuerdos
sino sus batallas.
da igual en este caso
porque no busco la nitidez de los recuerdos
sino sus batallas.
Qué
importa el piso del hotel al que fuimos
para ver nuestra ciudad desde otro ángulo
si lo que permanece es tu cuerpo en el cristal
y luego tus ojos en mi cara.
para ver nuestra ciudad desde otro ángulo
si lo que permanece es tu cuerpo en el cristal
y luego tus ojos en mi cara.
Tampoco
importa el final de este poema.
Sólo sus cables cargados de historia;
su negro reumatismo hablándome despacio
Sólo sus cables cargados de historia;
su negro reumatismo hablándome despacio
del
parque donde los versos de Yourcenar
parecen recortes de periódico
olvidados sobre el cemento;
de la espera de Gottfried Benn
cuando sale del hospital donde trabaja
en la zona de los estanques;
del jardín que James Ensor elige para la siesta
con langostas, una máscara de carnaval
y un par de coles decrépitas;
dela Torre Negra
de Santa Catarina
cercada por mendigos del invierno
y carruseles de animales fantásticos.
parecen recortes de periódico
olvidados sobre el cemento;
de la espera de Gottfried Benn
cuando sale del hospital donde trabaja
en la zona de los estanques;
del jardín que James Ensor elige para la siesta
con langostas, una máscara de carnaval
y un par de coles decrépitas;
de
cercada por mendigos del invierno
y carruseles de animales fantásticos.
Cables
que recorren sitios
como a nuestro cuerpo, arterias.
como a nuestro cuerpo, arterias.
de su libro
Lejos, de muy cerca.
Otros poemas de
Claudia Hernéndez del Valle Arizpe
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Salomón, "El Cantar de los Cantares”
Versión de Carlos Morales
Col. «Cuadernos del Mediterráneo»
Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2003.
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