Carlos de la Rica
Oficio de Alquimista
Pedro Mercedes
Barro
que la forma espera:
hácese el mundo
cocido –hecho ahora-.
Tal el varón
a su mujer conoce
y pone –entre ambos senos-
cientos de pájaros.
Luis Cernuda
En la orilla
el candor de un labio
el cuerpo estremece.
Así, entre musgos
y espuma, todo el amor
de un viento renace
cuyo nombre y gemido
alza el contorno
de su bulto distante.
El azar del aire
obstinado insiste
y apoyo
al transeúnte pide.
¿Qué
firmes alas conseguirán
a la aurora llegar primero?
A tu altivo lamento,
¿acaso conseguirás su cabello?
Cuando al tierno vigor
su túnica despliegues,
alejada y muy próxima,
a tu lado, infinita,
¿seguirá inmisericorde
la Soledad siempre?
Georges Rouault
¨Sangre de Cristo, embriágame,
Pierrot de Cristo. sonríeme,
Piedad dulcísima, condúceme...)
Pierrot de Cristo. sonríeme,
Piedad dulcísima, condúceme...)
En tu vitral
fíjame.
Bola de fuego
(traspásame
hiéreme
grábame
atrápame...)
Y déjame ir a Ti
turgente y negro.
fíjame.
Bola de fuego
(traspásame
hiéreme
grábame
atrápame...)
Y déjame ir a Ti
turgente y negro.
(Estos poemas del fundador de El Toro de Barro, Carlos de la Rica, fueron editados en
Oficio de Alquimista)
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