Eduardo Chicharro
13 Sonetos 13
de la
Pluringüe Lengüa
Estarme quieto, recoger el loto
de mi lengua sencilla y que es pareja
a casa sin cimientos y sin teja
por lo que en sí de viuda ya le noto;
estarme quieto, sosegarme inmoto,
desaparejar lo antiguo que apareja
mi pensamiento aquí entre ceja y ceja
hasta alcanzar la fuerza del gimnoto;
llegarme al fondo junto a la murena
entre madréporas, tubíporas y actinias;
subirme luego donde el argonauta
con las algas se cruza y la sirena,
y al fin volver del mar a las insinias
de noctilucas y el nautilo pauta.
de mi lengua sencilla y que es pareja
a casa sin cimientos y sin teja
por lo que en sí de viuda ya le noto;
estarme quieto, sosegarme inmoto,
desaparejar lo antiguo que apareja
mi pensamiento aquí entre ceja y ceja
hasta alcanzar la fuerza del gimnoto;
llegarme al fondo junto a la murena
entre madréporas, tubíporas y actinias;
subirme luego donde el argonauta
con las algas se cruza y la sirena,
y al fin volver del mar a las insinias
de noctilucas y el nautilo pauta.
Y quise ser de leche y de cebada,
y quise mis desdenes y desvanes
vaciar de mastodontes y alacranes,
y quise mi pupila y esta dada
hora, que es para mí por desvelada,
limpiar de comezón; ¡tan son mis canes
hartos de pluriloquios que devanes,
oh astro mar, en esta mi morada!
Y ya llegando al fin de lo certero
en este mar que a nupcias me condena
yo quise ser de noche y de astrolabio...
Quise ser lo que quise porque quiero,
que el querer, el querer, el querer llena
y yo solo conmigo gozo y rabio.
Cuando aún el sueño en el talón nos pisa,
salidos de la noche a la extrañada
claridad matinal, no somos nada,
sino vagas fantásimas sin prisa.
Y a tenerla nos llama y nos avisa
el salto de la noche entrecortada,
el amor y el temblor, y la mirada
que sale de nosotros circuncisa.
Nada nos brinda a la inigual contienda
diuturna del trabajo y del acoso
más cerca del morir que del querer.
Allá vamos, deshechos, por la senda
del día, y ay, tan faltos de reposo
que éste de hoy parécenos de ayer.
Será mi blanca tumba de madera,
será de siemprevivas y de orujo,
cordial en su acogida y verde lujo
de jaula, lonja, loca enredadera.
Será mi gayo túmulo escalera,
y en su huerto seráfico cartujo
mi cadáver será, sin más tapujo,
perdido lo mortal que antes vistiera.
Así deséolo yo que sean la caja,
el hoyo, el césped y la baratija
que ponen a los muertos los no muertos.
Digo que serán flores mi mortaja
porque entre los jardines que yo elija,
igual perfumarán mis ojos tuertos.
Lama, laúd, polilabial ginesta,
¡qué lindas son las hierbas de la noche!
¡qué limpias van saliendo sin reproche
las palabras novísimas de fiesta!
Las palabras castísimas que aquesta
boca pronunciar puede en un derroche
de mi alegría. Uncido el coche
del disparate, disparo mi ballesta.
¡Mas cuál es disparate tan redondo
si me llena de lunas y de aromas,
si de paisajes lléname y de gemas!
No, corazón, no tiembles y no temas,
que aquí muchas hay luces, y las lomas
se te dan lisas de la cresta al fondo...
Queda el ojo de Dios, todo se apaga:
el lirio, la calandria, todo en furia,
calenturiento, líquida lujuria
del Ojo espectador que juzga y paga.
La lisonja del mal, la que se traga
los bienes del Can Grande y de la Curia,
se esconde bajo el polvo por penuria,
estrecha su pasión más quirofaga.
Y nosotros los dos, hechos de cruces,
nos hablamos a tientas en la noche
de los sentidos, nos miramos bajo.
Y bajo nos tocamos. Tú produces
luces en mi memoria. A troche y moche,
deslízote en la mano un renacuajo.
a Carlos Edmundo de Ory
Oh, buen amigo, aquel antiguo Carlos,
dónde se van los años, con la quema,
floridos, de nosotros, diadema,
tan prietos, tan huidos, recordarlos!
¡Oh, recordarlos!...Sin amor amarlos,
sin flor, sin luz, sin madre, hasta la extrema
vez que me hiciste presagiar poema,
cuando los cante, años atrás, cantarlos.
Y tras cantarlos, sin pensar, decirlos;
cuando yo recordaba tus arpegios
tus de niños ambiguos artilugios;
tus espejos, tus graves sortilegios,
esperando encontrarte subterfugios;
de ruiseñores, perlas, mirlos...
dónde se van los años, con la quema,
floridos, de nosotros, diadema,
tan prietos, tan huidos, recordarlos!
¡Oh, recordarlos!...Sin amor amarlos,
sin flor, sin luz, sin madre, hasta la extrema
vez que me hiciste presagiar poema,
cuando los cante, años atrás, cantarlos.
Y tras cantarlos, sin pensar, decirlos;
cuando yo recordaba tus arpegios
tus de niños ambiguos artilugios;
tus espejos, tus graves sortilegios,
esperando encontrarte subterfugios;
de ruiseñores, perlas, mirlos...
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1 comentario:
Nuevamente...
gracias!!!
Un abrazo Toro
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