José Ángel Valente
Poemas de la luZ
A Luis Cernuda
La memoria
nos abre luminosos
corredores de sombra.
Bajamos lentos por su lenta luz
hasta la entraña de la noche.
El rayo de tiniebla.
Descendí hasta su centro,
puse mi planta en un lugar donde
penetrar no se puede
si se quiere retorno.
Se oye tan sólo una infinita escucha.
Bajé desde mí mismo
hasta tu centro, dios, hasta tu rostro
que nadie puede ver y sólo
en esta cegadora, en esta oscura
explosión de luz se manifiesta.
***
Como un gran pájaro que
se abatiera hacia el ocaso
para beber en él
la última gota de su
propia luz,
el aire
hecho forma en las
nubes.
Alas como de oscura
transparencia,
cuerpo no material de
una materia
que sólo hubiese sido
fuego o respiración en
el rastro solar,
las nubes,
leve espesor casi
animal del aire.
Como un pájaro roto en
muchas alas
que se precipitasen en
la noche
ebrias sólo de luz,
las nubes.
Como desde su propia
oscura luz baja el deseo
al no mortal destino de
la carne,
como el ala del ángel
abriéndose en el seno
de la sombra
o el súbito encuentro
del ave con su vuelo,
así entran las aguas
que nos hacen nacer y
nos anegan
en el recinto sellado
de este sueño.
***
Toda la noche me
alumbres
redonda en el silencio.
Toda la noche, luna,
alúmbresme en el cielo.
Toda la noche me
alumbres,
escudo de mi pecho,
escudo de verdad
firme en el cielo
negro.
Toda la noche me
alumbres
desnudo contra el
sueño:
con la luz que reluces
hazme más verdadero.
Con la luz que reluces
toda la noche me
alumbres.
Se daban
las condiciones perfectas para morir.
Tendida estaba entre los dos la muerte
como animal tardío de ojos grandes
y anegadas ternuras, madre,
ciega madre inmortal.
Mi rostro era su máscara,
mi voz su voz.
No hay llanto en las perdidas alamedas.
Postreros pájaros borrados
en la declinación oscura de la luz.
***
Tu súbita presencia.
Toda la luz irrumpe
duradera, dura
como la piedra.
Vienes
tan inmóvil, tan
adentro de ti.
Lo hondo.
En tu sola existencia,
tu sola luz, estás
ardiendo para siempre.
***
La luz caía vertical
sobre la piedra.
En la losa desnuda
pusimos siemprevivas:
también son leves y te
representan,
a ti, tan duradero
entre nosotros.
Subimos al lugar en
donde yaces
amigos ciertos que te
aman
de dos países que al
cabo desamaste.
Tal fue tu sino,
engendrar el amor
en el difícil reino de
lo siempre contrario
unido por el fuego.
Señor de la distancia y
lo imposible.
Luis Cernuda, poeta,
reza
la piedra, y los
lugares y las fechas
que acotaron tu paso
entre los vivos.
Entre ellos soñaste un
poeta futuro
y al final lo
engendraste
y hoy puede así el
futuro hablar contigo.
Otros han desaparecido
entre las sombras.
Tú no. Tu luz escueta
permanece,
lo mismo que estas
flores, para siempre.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
2ª Edición. PVP 10 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es |
En todo lugar
hay un precipicio para
los valientes
y una sombra para los
exhaustos
y un manantial
volcando su frialdad.
En todo amanecer
hay rocío para los
temblorosos
y luz para los amantes
y frías piedras y
salvajes pastos.
En todo anochecer
hay sosiego para los
tempestuosos
y liviandad para los
solitarios
y una roca para los
que yacen al final del camino.
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