Géricault, El beso (1822). |
Lorenzo Oliván
Centro
Tocar tu mano y no sentir el hueso
frío que desde dentro ahora la mueve,
sólo la piel caliente, el roce leve
de una carne hecha espíritu, sin peso,
morder luego tus labios, y en el beso
quitarle al cráneo que hay detrás relieve,
ya la nuca dureza, y que la breve
vida parezca eterna en el proceso.
Cerraste en un paréntesis de brazos
donde no cabe el mundo, ver que rota
mi ser alrededor de tus caderas,
romper con lo exterior todos los lazos
y entrar en una realidad ignota,
que es sólo un centro en donde no hay afueras.
De su libro
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Arturo del Villar, La poesía de Ernestina de Champourcin: estética, Erótica y mística
Col. «Ensayos»
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
edicioneseltorodebarro@yahoo.es |
El Toro de Barro |
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