Corceles y
collar
I
Los naufragios habitan el mar que yace frente a mí. Cuna y tumba de las civilizaciones que me han configurado. Olimpo sin nubes, infierno sin llamas. El arbitrio de los dioses que escriben nuestro destino lo es todo. Recibe el nombre de constelaciones.
II
Tras la tempestad bajan a la playa los soldados. Inauguran su ritual de codícia junto al mar. Buscan los tesoros que la mar retorna. Se ayudan con muletas que adivinan, bastones que hurgan, palos que dibujan cicatrices. Lánguida y tranquila, la mar va borrando las señales. No me robarán el collar blanco de las mañanas de fiesta.
III
Oigo de noche cómo se van acercando los relinchos. La rompiente ruge con voz profunda cada vez más cerca. Me abandono a la oscuridad, mecida por el rumor oculto de quién sabe qué tonada.
IV
Amanece. La rompiente del galope agita la crin blanca de la furia. El torbellino salpica el azul del alba con una sinfonía de blancura.
V
Corceles o collar. ¿Cuál de las dos soy? Jardín doblemente sombrío. Mimosa y buganvíglia, lavanda y rosal, ciprés y tamarindo. Ocaso y alba. Arena y roca. Canto rodado y duna. Alga y concha. Ciénaga, cueva marina, líquen. Soy ambas.
VI
Cada noche de luna nace un reflejo de cristal que me sonríe. Atraviesa el mar entre las rendijas de las cuatro puntas de la sábana. Me va siguiendo el trazo de plata de la plata vibrátil. Collar que se hace trizas si me adentro en su seno. Y me inunda la luz codiciada. Y no temo los corceles dormidos en las entrañas de las aguas oscuras.
VII
Coral y ámbar. La elección del tesoro. Coral y ámbar. La sangre de los árboles en la mar abisal. El oro de la luz prisionero en las entrañas de la piedra. Devuelvo el coral y el ámbar a su lugar secreto.
VIII
Cientos de miles de espejos quebrados en millones de partículas preservan la centésima parte de la claridad que les pertenecía. De día y de noche reflejan la luz. El collar nace en la orilla del agua, al compás del último suspiro que ensancha su fulgor como una despedida.
IX
Me arrastra el galope salvaje de las olas que embisten contra la llanura. Crines, confluencias, contorsiones. El hielo en los destellos de las perlas del agua. Galope mar adentro, relinchos y bailes. Fuga de luz. En cada instante una tumba abierta.
X
El mar escupe siempre todo cuanto olvida. Escoge con avidez los materiales. Construye jardines y ciudades ocultas. Y, de vez en cuando, se enamora. Una mujer, un niño, un muchacho. El amor y la sabiduría. El desamor y la desesperación. El gozo y la mentira. Y les llama de noche con la voz oscura que sólo pueden escuchar los elegidos. Y les conduce hacia el fragor de las crines mientras les iluminan las lentejuelas de la luna. Corceles y collar.
Los naufragios habitan el mar que yace frente a mí. Cuna y tumba de las civilizaciones que me han configurado. Olimpo sin nubes, infierno sin llamas. El arbitrio de los dioses que escriben nuestro destino lo es todo. Recibe el nombre de constelaciones.
II
Tras la tempestad bajan a la playa los soldados. Inauguran su ritual de codícia junto al mar. Buscan los tesoros que la mar retorna. Se ayudan con muletas que adivinan, bastones que hurgan, palos que dibujan cicatrices. Lánguida y tranquila, la mar va borrando las señales. No me robarán el collar blanco de las mañanas de fiesta.
III
Oigo de noche cómo se van acercando los relinchos. La rompiente ruge con voz profunda cada vez más cerca. Me abandono a la oscuridad, mecida por el rumor oculto de quién sabe qué tonada.
IV
Amanece. La rompiente del galope agita la crin blanca de la furia. El torbellino salpica el azul del alba con una sinfonía de blancura.
V
Corceles o collar. ¿Cuál de las dos soy? Jardín doblemente sombrío. Mimosa y buganvíglia, lavanda y rosal, ciprés y tamarindo. Ocaso y alba. Arena y roca. Canto rodado y duna. Alga y concha. Ciénaga, cueva marina, líquen. Soy ambas.
VI
Cada noche de luna nace un reflejo de cristal que me sonríe. Atraviesa el mar entre las rendijas de las cuatro puntas de la sábana. Me va siguiendo el trazo de plata de la plata vibrátil. Collar que se hace trizas si me adentro en su seno. Y me inunda la luz codiciada. Y no temo los corceles dormidos en las entrañas de las aguas oscuras.
VII
Coral y ámbar. La elección del tesoro. Coral y ámbar. La sangre de los árboles en la mar abisal. El oro de la luz prisionero en las entrañas de la piedra. Devuelvo el coral y el ámbar a su lugar secreto.
VIII
Cientos de miles de espejos quebrados en millones de partículas preservan la centésima parte de la claridad que les pertenecía. De día y de noche reflejan la luz. El collar nace en la orilla del agua, al compás del último suspiro que ensancha su fulgor como una despedida.
IX
Me arrastra el galope salvaje de las olas que embisten contra la llanura. Crines, confluencias, contorsiones. El hielo en los destellos de las perlas del agua. Galope mar adentro, relinchos y bailes. Fuga de luz. En cada instante una tumba abierta.
X
El mar escupe siempre todo cuanto olvida. Escoge con avidez los materiales. Construye jardines y ciudades ocultas. Y, de vez en cuando, se enamora. Una mujer, un niño, un muchacho. El amor y la sabiduría. El desamor y la desesperación. El gozo y la mentira. Y les llama de noche con la voz oscura que sólo pueden escuchar los elegidos. Y les conduce hacia el fragor de las crines mientras les iluminan las lentejuelas de la luna. Corceles y collar.
En
caso de reproducción, rogamos se cite su autoría.
3 comentarios:
Muchas gracias, Carlos!
Qué hermosos corceles y collar, en letras claras sobre fondo negro. Muchas gracias por haberme guiado en la versión castellana y por haberme conducido hasta EL TORO DE BARRO.
Después llegaran, quizás, quién sabe, si brazeletes y abismo, o noche en el patio de palmeras...
Tiene la belleza indómita del gran espíritu hecho corcel...
Blessed Be!
Tiene unas bellas figuras acerca del mar y de la vida. Como éstas:
"Los naufragios habitan el mar que yace frente a mí. Cuna y tumba de las civilizaciones que me han configurado."
"El mar escupe siempre todo cuanto olvida."
"Y les llama de noche con la voz oscura que sólo pueden escuchar los elegidos."
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