(En
preparación, por Carlos Morales)
No puedo sabeR
17 de enero 1944.
No
puedo saber qué significa para otros este paisaje,
mi patria, este pequeño
país abrazado al fuego,
el mundo de mi niñez que lejana
se mece.
Crecí de él, como una
tierna rama del tronco de un árbol,
y espero ver mi cuerpo
hundirse en él un día.
Estoy aquí, en casa. Y si
alguna vez a mis pies se arrodilla
un arbusto, conozco su flor
y hasta su nombre,
sé adónde van y quiénes van
por el camino,
y sé qué significa en la
madrugada del verano
ese dolor rojo que nace en
el muro de las casa.
Para el piloto que lo
sobrevuela, este paisaje es tan sólo un mapa
y no sabe en qué lugar vivió
Mihäly Vörösmarty,
¿qué esconde para él esta
región? fábricas y áridos cuarteles.
Yo veo un saltamontes, un
buey, la torre, una granja apacible,
pero él ve fábricas con los
prismáticos y campos de labranza;
yo veo trabajadores que
tiemblan por lo suyo,
temporeros que silban, bosques,
viñedos y tumbas,
y entre las tumbas madres
que lloran en silencio.
Y lo que desde arriba son
raíles y fábricas indemnes que hay que destruir
es el guardagujas y el
ferroviario dando la señal
rodeado de niños y con una
bandera roja en la manos,
y en el patio de la fábrica
se revuelca un perro pastor,
y allí está el parque, la
huella de los viejos amores,
y el sabor a miel y
arándano de los besos en mi boca,
y aquí la piedra que puse
al borde de la acera
para que el maestro no me
preguntara,
la piedra que ahora piso y
nadie pude ver desde lo alto.
Es verdad, somos culpables, mas no más que el resto de los pueblos,
y sabemos bien cuándo hemos
pecado, dónde y de qué modo,
pero aquí vive gente que
trabaja, y poetas sin culpa,
y niños de pecho en los que
la razón madura,
la misma que ahora los
alumbra y protege en los sótanos oscuros
hasta que el delo de la paz
dibuje de nuevo una señal en nuestra tierra
y con su fresca voz responda a
las palabras nuestras tan ahogadas.
Oh, nube del amanecer, cúbrenos ya con tu extensas alas.
Oh, nube del amanecer, cúbrenos ya con tu extensas alas.
Otros
poemas de
"No puedo saber" * "Séptima égloga"
"Postal primera" * "Viví sobre esta tierra"
"Postal segunda" * "Marcha forzada"
"Postal tercera"
"Última postal"
Otros
© Herederos de
Miklós Radnóti
© De la versión, Carlos Morales y Ed. El Toro de Barro
© De Negra leche del alba, El Toro de Barro.
En caso de reproducción, rogamos se cite la autoría.
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El Toro de Barro
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2 comentarios:
"...hasta que el dedo de la paz señale de nuevo nuestra tierra..."
Bueno, está bien, querido Carlos y amigos, desconocidos o no, tengo que decirlo. Tengo varios días callando a la fuerza. Porque esto es más que yo (y no soy tan desatinado como para no percibir que, por supuesto, esto es más que cualquiera de nosotros). Pero, repito, tengo que decirlo aunque creo que ya alguien igualmente lo dijo. Lo que más me duele, en este asunto, no es el poema de Miklós Radnóti , que verdaderamente duele, que está escrito con sangre vertida y con sangre enlutada, sangre que amén de doler expurga. Y que expurga miasmas y las transfigura en mieses. Pero ese niño, tendido allí, bajo la mirada de los paseantes, duele más que cualquier poema. ¿Cuánta orfandad, cuánta tortura, cuánto absurdo hemos de ver como para que, algún día, nuestro corazón haga suyo el canto de la vida?
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