Patricia Damiano
La concesión
Lot
Peregrino
en tu hora
mi hora
la que fue
tu ahogo, mi presa
en la inocente
fronda
He de partir: todo ha sido
la hembra
cautiva
roja
que dijo sin decir
la sal
Travesía
se abrió el horizonte
y la noche cayó como un buey muerto
y entonces soy el buey
arañando las nubes de mercurio en brutal regreso a la mitad de mi norte
a su mitad expuesta a la carcoma
soy el buey
no el durazno
no el grito que expandía las galaxias
soy la aceptación de todos los designios
no la que fui en el primer sueñoso
y la que seré, buey muerto y piedra
acepto la caída
tras el muro
pero conmigo llevo tu horizonte de travesía griega
Europa
Escribir el sueño de Ahab, soy el blanco. Leer la carta, escondida en un recinto, fragmentada. Escuchar la canción cuando la noche me separa de lo obvio.
Ayax.
Héctor.
Aquiles, cuando la ira.
Las doradas grebas.
Helena, traidora. Prometeo perdonado y Eva exiliada.
Ifigenia, sola en la pira.
Sor Juana, cantando su carne.
El Cristo, ignorante, yo te saludo María.
Zeus, su mal gusto. Padre, pater, patricia.
Y Danae supo de mi fuga, de mis fugas, de la turbación.
Volví a Diógenes Laercio. No sé para qué. Nunca se sabe para qué, y vos que pensabas enamorarte de mí, tan renacentista yo, tan mísera.
Acá estoy, con un cesto de laurel en mis brazos y esta iniquidad.
animal
olor de madrugada, si era el cuchillo
pájaro que desnudó ser tu desorden
la has visto casta
y
con su túnica
ellas decían el silencio de la serpiente
si descalzas
esa noche, en la tierra, la sangre
vamos, hermanas sólo un pacto
esla bitácora
la sola claveque nunca sabrás
ni diré
no
diré
no
ya
la copa que consagramos
ofrenda salvaje
el pájaro que nos trina
la hez
dela hez
de la hez
de otra madrugada
Texto incesante
del color insomne
dije
no nos pertenece
hilo de oro, el tobillo blanco, la túnica que desconozco
tu ojiva
criatura
los leopardos que mueren en la llanura
has visto
cuando la hiedra se enamora del cielo
y queríamos el cielo
y la hiedra
dijo
que no existimos
tocame el pelo
y la cintura
enamorada del muro
los pájaros
que nos dicen
no
nunca
jamás nuestra mesa
el vino
la concesión
el texto incesante
(Estos poemas de la poeta argentina Patricia Damiano, que hemos ilustrado con una de las esculturas más inquietantes de Emily Young, forman parte de la amplia selección poética que la autora ha publicado en su propio blog, uno de los más coherentes que hemos conocido nunca. El lector puede encontrar aquí un retazo muy breve de la biografía de una de esas escritoras que saben dejar su cicatriz con la misma precisión de un bisturí de plata, y por la que El Toro de Barro no sabe -y no quiere- ocultar su devoción, consciente de estar frente a una joya)