lunes, 13 de agosto de 2007

Pnina Amit, "El tiempo salvaje"


Pnina Amit

El tiempo salvaje


Los tres espías

Conocí bien a tres espías:
uno, amante.
Hablaba en sueños sobre cosas prohibidas.
Uno, amigo mío.
Tenía más confianza en mí que en su mujer.
Y uno que no me dijo nada
nunca.

Y el que era amante
tenía un cuerpo dulce que desprendía deseo
y fornicaba como quien va a la guerra.
No hay nada tan maravilloso como el cuerpo, decía riéndose,
no hay verdad
más que en la pasión.
Durante el sueño hablaba de cosas prohibidas.
Y yo sabía que no era más que un mensajero subalterno.
Y sabía que era
también un asesino.

Y el que era amigo mío
con ojos cansados,
me enseñó las intrigas del gobierno y la necedad de los gobernantes,
la complejidad de los problemas del momento,
el culebreo de las guerras clandestinas.

Una vida de sospecha, decía llorando.
Una vida de sospecha, amiga mía.

Y el que nada decía
era mi marido.
Le di mi cuerpo para que concibiera hijos
y le di mi alma para que oyera amor.
Y el nunca me dijo nada
y yo entendí todos sus actos.

Ahora que soy viuda,
estoy sola
sin sus actos.
Y me he hartado de aquel de las manos asesinas,
y me he hartado de aquel de los ojos cansados,
y no tengo nada sin mi marido.
Sólo un acto que debo rematar.
Sólo un acto que debo realizar. Sin revelarlo.


El tiempo salvaje

Este es mi tiempo salvaje. Hago con él lo que quiero.
Me acomodo en lugares que no están en el mapa
me seducen las cordilleras me enredo en las montañas
encrespadas subo

de la tierra abierta de par en par aturdida por la cima sin oxígeno

llamando en la lengua de los indios al pájaro del trueno en la tormenta

viniendo hacia ti contrariamente
para atar lo separado fundir lo liviano con lo liviano cuerpo
con cuerpo energía

liberar en un proceso incontrolado como los actos
del sol alma


Experta



Una vez troqué un océano por una lejana montaña la montaña
por pleno desierto el desierto por fugaz amor de un hombre
a éste por una esperanza y esperanza por pájaro amado


De noche pasan ciervos por la plaza del Teatro Habima
el rocío matinal atestigua una verdadera esencia de caza


Si deseare la dulzura del agua
nada tengo ya para cambiar




(Traducidos por Myriam Nahon y Esther Solay-Levy, estos poemas fueron editados en Coexistence, El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca 2002)







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