sábado, 2 de marzo de 2013

«La ventana indiscreta», Mónica Nepote



Mónica Nepote
(1970)
La ventana indiscreta 

 

La ventana indiscreta
No es un río de plata el que brilla frente a mis ojos. Sólo la humedad del cristal y el engaño de luces y cámaras desiertas. Curioso que la cortina sea frontera, que más allá de la ley de pliegues y bastillas exista una ventana idéntica y el azoro del ojo espía, súbitamente descubierto. Sé que soy ese otro ojo, sé que soy ahora,  la única mirada en medio de la noche.
 
 

Visión nocturna
El silbido del aire se cuela por la tela blanca, fantasma que brilla entre la ventana y la noche. Afuera, lejos de mi mesa la ciudad es una sílaba sostenida, una puerta que se abre, la voz de ensueño de una mujer que conozco, el avión que, súbito, tocará la tierra. Tras el ruido construyo un mundo desigual. Línea divisoria entre mi cuerpo cerrado y la ciudad.
 

Visitación
Una paloma blanca en mi ventana. Miro su ojo, el misterio del mundo gira en su ojo seco. Atónita mi mano se extiende a la blancura.

Como dos enemigos se confrontan, como la nieve,  huye de mi tacto, sólo la posesión del aire es lo posible.

Queda su vuelo, herencia de ese mundo giratorio, la estela del mundo en mi ventana.

 
 
 
La estación
Tímida se borda en la orilla de febrero. Su rostro detiene el gélido punzar del aire y la tierra,  amorosa, cede su hondura a la semilla;

Al principio del tiempo. La granada perdida en los infiernos abre su amargura en el trino de las aves, este color es su regalo.

 

 La mancha
La mancha ligera en la pared me revela, en sí, la fragilidad del mundo.

¿Qué fascinación encuentro en ese círculo inestable? Quizá la inocencia descrita en la accidentada expansión. Una mancha amarilla, un tono que no es sol, ni árbol, ni pluma del pájaro naciente.

La mancha, un ojo único y herido. Es suya la exclusión, es zona orlada del peligro, el lado opaco de lo que no es.
 

 
Siesta
Habrá entonces el párpado ceder. En el vaivén te miro, garza lenta, resbalar hacia el silencio.

Suscribo mi paso al hechizo del aire: la tibieza deja flores abiertas, la geometría. Habrá que caminar sin mácula, otorgar a los objetos levedad. No irrumpir en la blancura del párpado sino liar sueño y danza. Suéñame: lentamente, rodando como perla por el precipicio del día. 

 

Imagen del pez
En su vitrina pende el pez. Lejano, es una lección de anatomía,

un discurso de vida ajena, un pequeño milagro en el ondular del reino. Quizá una remembranza del azul turquesa, quizá también imagen del prodigio en la caída.

Pende el pez y su mirada cristalina sabe imperios turbios, sagacidad, escape. Dice también de su extinción, de la frágil naturaleza. Dice más el pez en lo que no dice, en su lenguaje cifrado que remite a un tiempo antes de toda ciudad, cuando simples en la bañera mirábamos boqueando la grandeza de Dios.
 

Otros poemas de Mónica Nepote
 


Grandes Obras de 
El Toro de Barro 
Carlos Morales, "Salmo”, Col. «Cuadernos del Mediterráneo», Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2005.

Carlos Morales, "Salmo
Col. «Cuadernos del Mediterráneo»
Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2005.
 



















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