Manuel Rico
Casi un pReludio
El viento se deshace
en el bosque que se alza entre los nombres
que dan felicidad o nos asustan.
Es el viento de las habitaciones conocidas.
El de los autobuses de la tarde.
El de las bibliotecas huérfanas y el de los sótanos
de la ciudad que sólo tú conoces.
El de las barcas sin destino, despistadas
por brújulas dementes, soñadoras
en la tarde más sola.
El viento de las chozas y de los pozos y de los
hospitales.
El de los desvanes polvorientos de todas las
infancias.
El de las tabernas sin memoria, muertas
el mismo día que borraron calle y barrio y años de
devociones
y de alondras.
El de las cocinas y el de las alacenas. El viento de
la madre
y el de las mujeres que asoman a la lluvia
la mirada infeliz o el labio triste.
El
viento
de la orfandad de Benjamin y el viento del exilio,
de nocturnos de hollín en la Francia del sur
del año 39,
el de los túneles de trenes olvidados, el viento de
la carne
que con la edad flojea, el de las jaulas
y el de las celdas solas, el de la niebla
sobre estaciones de montaña o en valles solitarios,
el que orea los mimbres en remotas praderas.
El que llora y es ciego. El que ríe y vislumbra
una piel intocada y a la espera.
El viento se deshace
en la orfandad sin tiempo que vive el sustantivo,
en el lugar nombrado o en la tierra
de lo innombrable, de lo deshecho o roto, de lo
humillado.
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De su libro
Fugitiva ciudad,
Hiperión, España, 2012.
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Grandes Obras de
El Toro de Barro
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PVP: 15 euros Pedidos a:
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
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