La casa del lobo
Jugamos al lobo en una casa abandonada.
El lobo se esconde
las ovejitas corren
por el barro.
Las cosquillas nerviosas nos persiguen
para atraparnos
y ser
un lobo abandonado en una casa de juegos.
Con un aullido llamo a papá mamá
pero todos se fueron de este juego de lobos
se llevaron el juego dejándome sólo
la soledad de casa abandonada.
Soy la díscola ovejita de papá mamá:
“En esta casa hay que abandonar el juego”
aullaron entre crucifijos rotos.
No entiendo
esta tristeza mala el lobo que muerde mis costillas
jugando su abandono de casa desierta.
Llevo mis berrinches de animal triste
la noche contagia su negritud
la casa juega al abandono.
Berreo dolor de cuarto sin luz temiendo
que el lobo no me vea
por confundirme con la noche.
De la desobediencia del berrido nace
un aullido asustado de lobo niño.
Regresan
las cosquillas
los colmillos grandotes
la amenaza certera que me esquila.
“No estamos jugando”
ladra el doctor que diagnostica vagancia crónica
y receta pastores que salven de los lobos.
Me duele todo el cuerpo
hasta mis colmillos
diminutos chirrían
este no saber
qué hacer con el barro
manchando mi lana de noche.
Los recetarios naufragan
son barquitos en la lluvia
tu problema es
la memoria de los lobos van tres pastillas amnésicas
es la casa abandonada ocho anestesiantes
el juego diez somníferos
pero no hubo
amnesia anestesiante somnífera
y jugamos con los perros a habitar
la casa con lobos y ovejas
jugamos a jugar la vida sin aullido ni berrido
sin pastoreos a la orden de lobos otros
más fuertes más inmensos más lobos
esquilando mis lanas.
Arturo
Borra
Figuras de
asfixia,
Editorial
Germanías, Valencia, 2012
Otros Poemas
de Arturo Borra:
Oración del miedo
La casa del lobo
Hatikva (Poesía del Holocausto)
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© Del poema, Arturo
Borra,
© De Figuras de la asfixia, Germanía Ed.
En caso de
reproducción, rogamos se cite la autoría.
Realismo mágico que no es mi estilo preferido, pero que logra plasmar como en una aparición, la noche negra del alma, por la que todos alguna vez hemos pasado, una oscuridad que parece nunca terminar, un abandono que no es el nuestro, no es procurado, una soledad que asfixia y carga de negra incertidumbre la vida, que de sí es incierta.
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