Sobrevolando Ítaca
Recuerdo las gaviotas cómo besan la
arena
y la muerte del joven amante de
los dioses.
Veo hijos oscuros que no serán de
nadie,
de caricias que lamen los cuerpos
hacinados.
Hijos no prisioneros de lugares
malditos,
corredores de fondo a la demencia
suave
y que nunca se paran en las alas
del miedo.
Recuerdo las gaviotas en voraces
crepúsculos
y la grandeza tuya, bella en su
agonía,
donde el dolor es digno y se
abandona heroico
y se calza de plata como una luna
llena
hacia una muerte honesta.
Recuerdo las gaviotas, cómo solas
se niegan y conforman
en la presencia escondida de un
amor perezoso
y permanecen en otros donde mueren
los sueños.
Recuerdo
las gaviotas sobrevolando Itaca
y se visten de un verde que tú
dices sin rumbo
más hermosas que nunca en la inmortalidad
de las plegarias.
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Gaviotas vestidas de esperanza.
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