jueves, 18 de octubre de 2012

"La voluptuosa", poema árabe de autor anónimo




Autor anónimo
La voluptuoSa



Había bailado la danza más voluptuosa: la de los cuatro encantamientos.
Con la cabeza inclinada, sí, sobre sus hombros,
los brazos extendidos y los agitados dedos,
su desnudez sencilla aún acariciaba los últimos temblores del amor...
Acurrucados tras ella, y después de modular los cánticos nupciales de las dondellas de su patria, los tocadores de flautas habíanse sumido en el silencio.
Sin esperar a que su compañera se cubriera con el velo amarillo de las vírgenes,
la muchacha se dejó caer sobre la fuente
donde nadaban serenísimas las rosas
y apoyó la fiebre de su frente contra el mármol fresco...
Antes de partir, y tras felicitarla, le pregunté si amaba la voluptuosidad,
pero ella me miró con sus  ojos enormes y asombrados...
porque ignoraba lo que significaba esa palabra....





Traducido de la edición francesa de
El jardín de las caricias,
De Fanz Toussaint





"La voluptuosa"       "El sueño de los lebreles"       "El alfarero"

"Canto de despedida"       "La serpiente"       El alfarero

"La bailarina"        "La batalla"        "El Vencido"

"La canción del guerrero"       "La arena"




Grandes Obras de 
El Toro de Barro

Shamer Khair, enCarlos Morales COEXISTENCIA, Antología de la poesía isralí -árabe y hebrea- contemporánea.
PVP 10 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es

Cuando tocó mi mano con sus dedos,
cuando mordió mi mano
y dejó sus labios caer sobre mi boca
como una manzana, había nubes
cabalgando encima de la tierra,
y el fuego de su alma se agitaba
como el relámpago de una tormenta de verano.
No era un espejismo, no: la tierra era
un mar sediento y encrespado,
y cuando la abrazó la lluvia, mi corazón

se llenó de guitarras, y se atrevió a cantar.
 
Shamer Khair









4 comentarios:

  1. Estos poemas árabes que estás traduciendo son una maravilla. Y qué bien que lo hagas, para que recordemos de dónde venimos...

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  2. Yo tuve la suerte de vivir durante muchos años una vida un tanto agreste, entre corderos y gentes del campo. Aprendí de la sobriedad de aquel mundo que uno de los grandes males del hombre nace de su tendencia a ocultar en las metáforas esa escasa confianza en uno mismo que, cuando cunde, nos permite llamar a las cosas por su nombre. Este poema me ha recordado un poquito esa actitud, significada en ese opulento mercader que se empeña en poner nombre a lo que una hermosa joven dice sin palabras con su danza, sin saberlo: la voluptuosidad, ¿qué es la voluptuosidade, anciano venerable? Es, un poco, como ese joven muchacho que dedica tanto tiempo a decirle algo hermoso a su novia en flor que, cuando quiere darse cuenta, la flor es ya de otro…

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  3. Esta poesía es parte de nuestra esencia. Sencillamente hermoso.

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