viernes, 8 de junio de 2012

"El ángel roto", de Carmen Albert





IV



La casa de mi amigo era un rincón de espejos,
con una esquina rota y la ventana pintada como un pájaro.
Parece que cantaba la luz cuando su túnica de tímido plumaje
[se posaba en el alféizar.
A Leví,
mi amigo,
entonces le temblaban las manos cuando la recogía arrebujada y dulce,
como un gato de sol recién nacido.
La posaba en la cama con gran delicadeza,
y con las yemas frías repartía cosquillas por su vientre.
Y el gato se hacía nieve muy despacio,
y luego muy despacio también se derretía, hasta dejar un mar minúsculo en 
[la cama.
Sus pájaros entonces se aprestaban a anidar en el cuarto como piedras 
[preciosas gigantescas,
como miles de piedras refulgentes creciendo en los espejos.
Entonces, la casa de mi amigo era un jardín,
una nube imposible,
un mes de agosto:
eran los ojos de Leví mirándose en mis ojos.





V


Yo conocí a mi amigo en mitad de la espuma.
No recuerdo el lugar, pero había mar,
y flores amarillas,
y unas velas sonámbulas,
y el aire era un susurro que acunaba la muerte.
Por eso con temblor nos abrazamos.
El viento enmudecía, y la espuma creció hasta tapar sus ojos.
Sé que no eran azules, porque el mar es azul
y sus ojos no eran como el mar.
Mas bien creo recordar una lluvia de paja en sus pupilas,
un palacio desierto brotando de sus manos,
una varita mágica descifrando su nombre entre las olas.
Yo conocí a mi amigo
como aquel que despierta y se percata
de que alguien ha encontrado su tristeza.




VI


Hoy ha entrado en la casa aquel hombre sonámbulo que yo hallaba 
[ en todas las esquinas.
Ha dicho, "¿está tu amigo?"
Y Leví ha surgido sonriente,
prestidigitadoramente inesperado,
de detrás del baúl.
Y el hombre se ha sentado en nuestra cama,
y ha llorado, terrible y largamente.
Leví ha acostado el aire en su garganta para que el hombre triste pueda 
[llorar cantando.
Y un pentagrama lento ha resbalado con pulso de violín por las paredes,
hasta que los vecinos han llamado a la puerta para entrar
y llorar con aquel hombre,
para cantar con él si hiciese falta.
El hombre poco a poco ha despegado ese rictus tirano de su risa, y ha salido
[a la calle jubiloso,
aquel hombre sonámbulo.
Luego he visto a mi amigo
–él no se ha dado cuenta-
guardando esa tristeza en su garganta.









Esta primera edición de
El ángel roto
de Carmen Albert,
obtuvo el XXII Premio de Poesía “Juan Alcaide”,
y terminó de imprimirse el día 24 de diciembre de 2001,
en Tarancón de Cuenca.

PVP: 7 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es














































1 comentario:

  1. Una poesía maravillosa y diferente, abre los sentidos y el intelecto para poder seguirla. Hay versos magníficos, como éstos:

    Yo conocí a mi amigo
    como aquel que despierta y se percata
    de que alguien ha encontrado su tristeza.

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