Carlos de la Rica
(España, 1929 – 1997)
Yo amo una raza hermosa que vivió en América
Libre Lobo Gris como los lobos, con el
cuello tenso
como las liebres.
Con la razón del viento sobre la roca,
Águila Blanca como el aleteo vagabundo del cóndor;
apenas se advierte su presencia
otra vez el vuelo flamígero sobre la meseta gira.
La luna enorme en la cabeza de Fuerte Oso
aleja con sus brazos el trueno, o amanece sobre sí
y su camino inconquistable
el relámpago.
¡Oh, por encima del cerebro y su tronco la estatura
de Serpiente Amarilla!
La palabra del Gran Jefe de los chiricauas
o los rígidos ojos pardos del viejo hechicero
de la tribu sioux
alzan su lanza y el sonido del grito a los guerreros escarlata,
bola sin duda roja
como una savia penetra por conocer el más allá
de los misteriosos
montes sagrados donde los espíritus
moran y organizan la eterna caería del bisonte.
Toro
Sentado caminó largamente una jornada la pradera, luego
trajo un caballo pardo y en su tepee
descansó ya sin polvo
por la noche;
su mano diestra enlazada estuvo al hombro de Corza Ligera.
como las liebres.
Con la razón del viento sobre la roca,
Águila Blanca como el aleteo vagabundo del cóndor;
apenas se advierte su presencia
otra vez el vuelo flamígero sobre la meseta gira.
La luna enorme en la cabeza de Fuerte Oso
aleja con sus brazos el trueno, o amanece sobre sí
y su camino inconquistable
el relámpago.
¡Oh, por encima del cerebro y su tronco la estatura
de Serpiente Amarilla!
La palabra del Gran Jefe de los chiricauas
o los rígidos ojos pardos del viejo hechicero
de la tribu sioux
alzan su lanza y el sonido del grito a los guerreros escarlata,
bola sin duda roja
como una savia penetra por conocer el más allá
de los misteriosos
montes sagrados donde los espíritus
moran y organizan la eterna caería del bisonte.
Toro
Sentado caminó largamente una jornada la pradera, luego
trajo un caballo pardo y en su tepee
descansó ya sin polvo
por la noche;
su mano diestra enlazada estuvo al hombro de Corza Ligera.
Hacía el río de largas zancadas
inició la tribu de comanches el recorrido; deseaban
en él meter sus pies
y descansar así
entretanto cantaban los pájaros el amor; de igual manera
Lengua de Alce
el amor también busca.
La pradera toda
En celo estaba y una cortina de agua el valle envolvía y
despertó
del invernal letargo
los pequeños insectos. Flor del Valle preparó la comida al cazador,
era un joven animoso con aliento de príncipe.
Y frente a la montaña el llano reseco imploró la lluvia:
todos los tambores
de los Pies Negros retumbaron aquel día hasta el advenimiento
de la primera estrella.
inició la tribu de comanches el recorrido; deseaban
en él meter sus pies
y descansar así
entretanto cantaban los pájaros el amor; de igual manera
Lengua de Alce
el amor también busca.
La pradera toda
En celo estaba y una cortina de agua el valle envolvía y
despertó
del invernal letargo
los pequeños insectos. Flor del Valle preparó la comida al cazador,
era un joven animoso con aliento de príncipe.
Y frente a la montaña el llano reseco imploró la lluvia:
todos los tambores
de los Pies Negros retumbaron aquel día hasta el advenimiento
de la primera estrella.
Fumaron la pipa en torno a la hoguera
Coyote Astuto y Ojo
Oscuro
y unas pieles bastaron para que éste cediera su hija
al guerrero cuya cabeza orlan mil trofeos. Otro fuera
al guerrero cuya cabeza orlan mis trofeos. Otro fuera
antes su amante y trató de impedirlo,
más había volado su espíritu
a los prados eternos de Manitú cuyos dominios entre trueno y chispa
se cuentan.
Podrá el león americano con fuerza rugir:
un pacto hay de sangre entre cazadores
y los perros (aún están lejos) aunque ladran,
nada olfatean todavía.
Lobo Gris es libre; libre es el bosque de crecer con su torso
de pelusa verde, como libre es la danza
de los navajos en la tiniebla y ante la hoguera.
La sqaw ha dado ya un hijo;
sobre la espalda y cuando tiene sed a la fuente lo lleva.
Lobo Gris es liebre, libre
como el vegetal en crecer, como la tormenta que se desliza
por entre las piedras tras el aguacero. Liebre es Lobo
Gris, como la nube en deshacerse
o una figura formar extraña en el cielo. Cual reptil,
libre la piel de Lobo Gris es roja: lo trajo así su madre al mundo
con la espalda escarlata.
Oscuro
y unas pieles bastaron para que éste cediera su hija
al guerrero cuya cabeza orlan mil trofeos. Otro fuera
al guerrero cuya cabeza orlan mis trofeos. Otro fuera
antes su amante y trató de impedirlo,
más había volado su espíritu
a los prados eternos de Manitú cuyos dominios entre trueno y chispa
se cuentan.
Podrá el león americano con fuerza rugir:
un pacto hay de sangre entre cazadores
y los perros (aún están lejos) aunque ladran,
nada olfatean todavía.
Lobo Gris es libre; libre es el bosque de crecer con su torso
de pelusa verde, como libre es la danza
de los navajos en la tiniebla y ante la hoguera.
La sqaw ha dado ya un hijo;
sobre la espalda y cuando tiene sed a la fuente lo lleva.
Lobo Gris es liebre, libre
como el vegetal en crecer, como la tormenta que se desliza
por entre las piedras tras el aguacero. Liebre es Lobo
Gris, como la nube en deshacerse
o una figura formar extraña en el cielo. Cual reptil,
libre la piel de Lobo Gris es roja: lo trajo así su madre al mundo
con la espalda escarlata.
Libre Lobo Gris en su caballo salvaje
conquistado,
recorriendo como flecha en punta la pradera;
libres también los peces, las flores asimismo,
libres los guerreros de la tribu apache; o Lobo Gris
cuando camina o duerme en suelo duro.
El humo amante con sus dedos avisa, es torre levantada;
Llama a ese Lobo Gris con su túnica oscura:
“Si quieres defender tu libertad el hacha
desentierra,
toma la flecha, el rostro pinta,
y apréstate. Lobo, tu
libertad peligra:
en las praderas
un nuevo animal de pálido cuello apareció con su trueno de plata,
no adorna con plumas su cabeza;
encaja su ceño en tus senderos de caza,
atenaza las expresivas cavernas doradas,
y al suelo lanza los puntiagudos y sagrados árboles, los campos
de trigo siembra y el oleaje de las aguas
amansa o encauza!.
Y el bello escalofrío de la serpiente un fuego
fue
en las montañas donde ese Lobo –Gris le dice– la roca lanzó con la corriente
libre, libre, libre.
recorriendo como flecha en punta la pradera;
libres también los peces, las flores asimismo,
libres los guerreros de la tribu apache; o Lobo Gris
cuando camina o duerme en suelo duro.
El humo amante con sus dedos avisa, es torre levantada;
Llama a ese Lobo Gris con su túnica oscura:
“Si quieres defender tu libertad el hacha
desentierra,
toma la flecha, el rostro pinta,
y apréstate. Lobo, tu
libertad peligra:
en las praderas
un nuevo animal de pálido cuello apareció con su trueno de plata,
no adorna con plumas su cabeza;
encaja su ceño en tus senderos de caza,
atenaza las expresivas cavernas doradas,
y al suelo lanza los puntiagudos y sagrados árboles, los campos
de trigo siembra y el oleaje de las aguas
amansa o encauza!.
Y el bello escalofrío de la serpiente un fuego
fue
en las montañas donde ese Lobo –Gris le dice– la roca lanzó con la corriente
libre, libre, libre.
De su libro
Poemas
Junto a un pueblo,
Poesía de España, 1977.
Otros poemas de Carlos de la Rica
(«Realismo
mitológico»)
«A Ezra Pound» (1977)
«Yo amo una raza hermosa que vivió en América» (1977)
«La marcha de los negros» (1977)
«Ícaro» (1977)
«Saludo desde Z a Yuri Gagarin» (1977)
«Yad Vashem» (1977-2000)
«El rapto de Europa» (1977-2000)
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Mercedes Escolano, "Estelas"
Col. La piedra que habla,
Ed. El toro de Barro, Carlos Morales Ed.
PVP: 10 euros
Pedidos a:
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
|
El Toro de Barro |
Hermosas fotografías, el nombre del poema lo dice todo, es esta brava estirpe que ha perdido América.
ResponderEliminarUff, es un poema liberador, de mirada gigante, épica, llena de belleza, no me extraña que sea uno de los más leído de tu blog. No me extraña. Digo lo que digo con algunos de tus poemas. Ya no se escriben poemas así....
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