jueves, 13 de noviembre de 2014

«Él», de Immanuel Weissglas





Estudio, selección y notas de Carlos Morales.
(En preparación)


Immanuel Weissglas
(Rumanía, 1920-1979)

Él
Traducción de Javier Galarza

1944)



Elevamos tumbas en el aire y nos asentamos al fin
Con mujeres y niños en el lugar que se nos pide.
Cavamos con diligencia, otros tocan el violín,
Se crea una tumba y la danza ya sigue.

Él quiere que sobre esas tripas con más osadía
El arco roce tan severo como su faz:
Tocad suavemente la muerte, es un maestro alemán.
Que a través de los campos suavemente se desliza.

Y cuando el crepúsculo con sangre surge a la tarde
Abro yo rumiando la boca ensañada,
Cavando para todos una casa en los aires:
Amplia como el ataúd, apretada como la hora de la muerte.

Él juega en la casa con serpientes, amenaza, hace versos;
En Alemania el crepúsculo como en los cabellos de Gretchen.
La tumba que se prepara en las nubes no tendrá ya estrechez:
Porque la muerte era ya, desde lejos, un maestro alemán,



Grandes Obras de
El Toro de Barro
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En un dramático–y real– camino de retorno, algunos de los 130 niños que sobrevivieron a Auschwitz viajaron de nuevo al escenario de aquel apocalipsis con un grupo de estudiantes israelíes de secundaria, en el que se encontraban sus hijas. El encontronazo de dos generaciones distintas con aquella memoria de dolor provocó una gigantesca catarsis individual y colectiva, cuya historia fue narrada por la psicóloga infantil Amela Einat en La cicatriz del humo, Esta novela coral pone de manifiesto las diversas formas de experimentar la presencia real de aquella tragedia en todas las generaciones del Israel contemporáneo, de cuyas patologías Amela Einat es una reputada e innovadora especialista





 




























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