miércoles, 16 de agosto de 2017

«El embarcadero», de Rafael Gonzalo Cáccamo.

Poema EL EMBARCADERO, de Rafael Gonzalo Cáccamo; Libro de referencia: ESTELAS, de Mercedes Escolano; Ed. El toro de Barro, Carlos Morales Ed., Tarancón de Cuenca 2005.
Bay Bridge, San Francisco, 1935.


Rafael Gonzalo Cáccamo
(España, 1966)
El embarcadero
(Inédito, 2014)


En esta playa hay demasiada gente
y a mí sólo me quedan dos ojos
para las bondades de la alegría,
para las fondas abiertas del alma,
más allá de ahora sólo hay un desolado después
y a mí ya no me queda cordura,
a mí ya no me quedan más que pisadas,
una larga hilera de pisadas en la arena
y el mar agarrado a mis pies con todos sus brazos.

¡Ojalá pudiera ponerme un jersey de lana azul,
que oliera a escamas, a lavanda, a tabaco,
a cajón de cuerdas, papeles y cuchillos para peces!
¡ojalá tuviera cicatrices en los dedos
por el roce interminable del sedal de la vida!
¡ojalá mis pantalones fueran unos sucios pantalones azules
usados a diario por otro que se parece a mí,
y nadie conoce!

Hoy he tenido visita,
me he venido a ver y me ha dado vergüenza,
en todo este tiempo no ha parado de llover
y los perros han estado callados como la envidia,
en realidad soy tan joven que los viejos
me acarician la cabeza y ríen,
yo también tuve una calavera en la mesilla,
una pitillera de lata, una guitarra sin cuerdas,
yo siempre me lavé las manos después de amar.

Hace muchos años que me cruzo con ahogados,
gente devorada, amantes de algo,
maderos entre algas,
muertos,
muertos que pasan por mi lado
y me saludan como se saluda al nuevo vecino.

¡Ojala pudiera hablar como los marineros!,
con palabras secadas al sol
y habladas a pesar del viento,
de tú a tú,
con todas las arrugas a la vista.

Demasiada gente se mete en el mar para ver qué pasa,
pasan veinte años como un autobús al Calvario,
se meten en la noche con las manos vacías,
duran una vida entera con el horario del sol
y se meten en la muerte por el peso de una lágrima.

Ulises no estaba loco, eso lo sabe cualquiera,
cuando se está viviendo uno no sabe
lo que sabe el que está mirando,
el embarcadero no sólo sirve para dar un beso
y mirar a la luna,
al embarcadero bajamos de vez en cuando
para imaginarnos yendo,
abandonando.

Una vez bajé descalzo al embarcadero,
me saqué de la cama,
me agarré como un rebelde de todo
y me puse a mirar,
hace ya muchos años que me paso la vida mirando
la vida que llega y la vida que parte,
la arena amontonada,
la gente que pasa, la luz,
desde el embarcadero todo se ve más claro,
la cordura es menos cordura
y la locura,
la locura siempre será locura.
Mi aburrimiento nunca llegó a sordera,
mi aburrimiento es la sospecha de una esclavitud
y este ruido me sorprende por su silencio.
Hace años que busco desesperadamente un amigo
pero en este barrio vive demasiada gente,
demasiados buzones analfabetos,
demasiados ojos acostumbrados al mundo,
¡ojalá este momento no se pareciera tanto al pasado!





        



Grandes Obras de 
El Toro de Barro
Libro de referencia: ESTELAS, de Mercedes Escolano; Ed. El toro de Barro, Carlos Morales Ed., Tarancón de Cuenca 2005.
Mercedes Escolano, "Estelas"
Col. La piedra que habla, Ed. El toro de Barro, Carlos Morales Ed.
PVP: 10 euros Pedidos a: edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Mercedes Escolano "Islas", Col. Cuadernos del Mediterráneo, El Toro dMercedes Escolano "Estelas", Col. La Piedra que habla, El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca 2005e Barro, Tarancón de Cuenca 2000

 

















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