Gustave Marissiaux |
Gloria Gervitz
(1943)
Fragmento de ventana
Ahora estoy en un paisaje de zenzontles
Cada vez estoy más cerca
Cuando posea esa inmensidad
apenas tendré fuerza para despertar en la brevedad
de la muerte
La luz golpea el aire. Estamos donde los colores
se abren
Son días largos y apretados como la migraña
Y todo se repite
Los árboles desamarrados
La noche se deshace
¿Y después?
Lo único verdadero es el reflejo del sueño que trato
de fracturar
pero que ni siquiera me atrevo a soñar
continuo plagio de mí misma
Y el lugar del encuentro es sólo tiempo. Todo no es
sino tiempo
Allá donde unas cuantas buganvilias en un vaso
de agua
bastan para hacernos un jardín
Porque morimos solos. Y la muerte es apenas
el despertar
de este sueño primero de vivir y dijo mi abuela
a la salida del cine
Sueña que es hermoso el sueño de la vida, muchacha
Se oxida la lumbre de las veladoras y yo, ¿dónde estoy?
Soy la que fui siempre. Lo inesperado de estar siendo
Llego al lugar del principio donde comienza el
comienzo
Éste es el tiempo
Es el tiempo de despertar
La abuela enciende las velas sabáticas desde su muerte
y me mira
Se extiende el sábado hasta nunca, hasta después,
hasta antes
Mi abuela que murió de sueños
mece interminablemente el sueño que la inventa
que yo invento. Una niña loca me mira desde adentro
Estoy intacta
Me haces daño
Suéltame
No me quites lo que he aprendido por mí misma
Las mujeres se sientan en el suelo
Yo digo Kadish por ti y por mí
Las palabras están gastadas como esas piedades con
el mármol gastado por los besos
Madre de Dios ruega por nosotros
Y ella que vino desde Kiev
Ramo de flores apretado contra el pecho
Vida para ser vivida en un tiempo más largo
No fuimos a Canadá porque nos dijeron que era muy frío
Salimos en tren. El barco lo tomamos en Amsterdam
Nunca más me embarcaré en aquel mar tan soñado
Oh madre que olvidé
En esta hora y en la hora de nuestra muerte
Adonai Eloheinu Adonai Ejad
Adiós
Adiós
Oh Madre
Adiós
Paso días sin verme en ningún espejo
Comencé a comprar el periódico aún antes de saber
español
Mi padre comerciaba con frutas secas
¿Y a quién le importan estos recuerdos?
Ella apretando contra su pecho las flores
Ella muchacha con flores en el pelo
Y los vestidos plisados y la boca muy roja sonriendo
Ahora sólo un retrato guardado en una caja de
habanos
Ella con el sol de mediodía
Flores blancas
Y los dos niños agarrados a su falda caminando por
el parque México.
Ella que no sabía decir Kadish
Despidiéndose en una estación de tren que después
fue bombardeada
Despidiéndose de padres y hermanos a quienes nunca
más volvería a ver
Ella que lloraba en las mañanas
Mientras los niños en la escuela y el marido
en la tienda
Bajo llave en el baño con el agua corriendo para
no sentir las lágrimas
Ella
Oh tantos sueños que no alcanzaron el mar¡
Con las preocupaciones de todos los días en un país
extraño
Lejos de sí misma, fue, se convirtió, era nadie
Ella gorda, vieja antes de tiempo
¿Cómo pudo ocurrirme a mí?
El pelo recogido hacia atrás y la mirada de un animal
herido
Andrei Zadorine |
Y todo pasa
Y el tiempo es largo
Y estuviste distante de los otros, de ti
¿Otra forma de estar cerca?
Y te quedó para siempre en la boca el sabor del té
de aquel samovar de tu casa
Alguien debería contratar a esas mujeres que lloran
por los otros
A esas que han criado hijos
Amasado su pan
Las que barren todos los días la puerta de su casa
Aunque sea por dinero
Que lloren contigo, que lloren por ti
Hermana madre no me permitas tu separación
¿Oyes mi llanto?
¿Oyes mi llanto que te cubre como una tela?
Rásgala
Rómpeme
Cúbreme con tus cenizas
Libérame
Espero las noches como un animal amarrado que
patea, patea
Y te acuso
Pero de qué puedo culparte
¿Cómo hubiera podido ser de otro modo?
El oráculo se cumple
Déjame ir
Suéltame
No regreses
No quiero quedar atrapada en tu sueño sin poder
despertar
¿Hacia dónde ir?
Llego sólo al lugar del principio
Regreso para besar tu pulso
Para caer de rodillas
Devotamente beso las arterias de tus manos
Oh madre ten piedad de mí
Oh madre misericordiosa
Ten piedad de mí
Sostenme
Derrótame pero dame tu consuelo
Apoyo mi cabeza de niña
Toco tu corazón
Cierro los ojos
Estoy atada a ti como el ahogado a la piedra
anudada a su cuello
Ya no tengo miedo
No puedo hundirme más abajo de tu corazón
Llévate la luz
Noche
De
su libro
Fragmento
de ventana
1986
Albert Samuel Anker |
Grandes Obras de
El Toro de Barro
El Toro de Barro
Clara Janés, "Huellas sobre una corteza".
Col «Cuadernos del Mediterráneo»,
Carlos Morales Ed., Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca 2004. |
El Toro de Barro |
ResponderEliminarPOR: ANA PAULA DE LA TORRE DIAZ
"Amo el canto del cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces;/ amo el color del jade, y el enervante perfume de las flores;/ Pero amo más a mi hermanom el hombre." Nezahualcóyotl
Por algo el poeta más famoso de habla náhuatl, guerrero y un artista sensiblísimo, Nezahualcóyotl, inicia su poema más conocido con una alusión al cenzontle (Mimus polyglottos) (aunque existen ciertas versiones que niegan la autoría de este). La maravilla es la reacción inminente cuando uno escucha con atención su canto (que son cientos de cantos).
Su nombre, que también nos muestra la observación minuciosa de las culturas de habla náhuatl, significa "Ave de las 400 voces", y viene de las palabras centzontli (“Cuatrocientos”) y Tototl (“Pájaro, ave”). Ahora la ciencia nos dice que esta ave, que curiosamente no es tan vistosa en su estética, canta repertorios de entre 50 y 200 canciones; su nombre latino es polyglottos, que significa muchas lenguas.
Es la ave imitadora, capaz de no solo repetir el canto de otras aves, también de otros animales e incluso ruidos de máquinas. Oriunda de América del Norte, el cenzontle suele posarse solo en los lares más altos y puebla para nuestra fortuna también las ciudades.
Entre sus curiosidades hermosas, llama también por las noches, y particularmente durante el crepúsculo de la mañana cuando el sol ya se avista sobre el horizonte. Suele cantar en círculos, para poner en evidencia su territorio, y cuando vuelve a posarse en un sitio alto, persiste con la nota que emitía.
Es parte de la mitología purépecha (indígenas que habitan primordialmente en Michoacán), y forma parte de la siguiente leyenda. Cuando Nana-Kuerari (diosa de la Tierra) estaba esperando un hijo, quedó fascinada por el canto del cenzontle. Nana-Kuerari pintaba miles de colores a las aves de la Tierra, mientras el cenzontle posado en su hombro cantaba. Como este quedó al final del ejercicio, y la pintura se había terminado ya, entonces los dioses lo premiaron con 4 voces adicionales para que cantara también a los dioses del viento, o el aire (Tariatacha) y el agua (Tiripime-jhuarencha).
Quizá junto con el quetzal, por su flamantes plumas de colores eléctricas, y el cenzontle por sus hermosos sonidos, son las aves más amadas de las culturas prehispánicas.