Palabra menoR
(Inédito, 31 de marzo de 2014)
Ha sido fácil.
La luz rompía las cortinas.
La luz escribía en la pared el nombre de las cosas
que no hablan. La luz despertaba los rostros de los cuadros
con su lengua voraz, les hacía vibrar
en las paredes mirándome a los ojos,
La luz escribía en la pared el nombre de las cosas
que no hablan. La luz despertaba los rostros de los cuadros
con su lengua voraz, les hacía vibrar
en las paredes mirándome a los ojos,
aunque
era de noche.
Había una ventana.
Había un niño pintado en la ventana.
Había un niño oculto entre las flores,
oh, niño asustado,
oh, niño que entornas los ojos para ver sin miedo
los caballos silenciosos galopando en la luz
de luminosa yerba
que pronuncia mi nombre y me reclama
y lleva adónde voy,
con ti,
hacia ti,
hacia esa ventana
con luz bajo el silbo del aire,
buscando el brazo protector, mi amor, de tus antorchas
buscando tu perdón, pequeño mío,
en medio de esta noche...
Oh, mi pequeño muchacho,
no soy el hombre que soñaste para ti,
no soy el hombre que escribiste en tus cuadernos,
pero he abierto una ventana en las paredes de mi corazón
que es cálido aún como las flautas de una noche de verano.
Había un niño pintado en la ventana.
Había un niño oculto entre las flores,
oh, niño asustado,
oh, niño que entornas los ojos para ver sin miedo
los caballos silenciosos galopando en la luz
de luminosa yerba
que pronuncia mi nombre y me reclama
y lleva adónde voy,
con ti,
hacia ti,
hacia esa ventana
con luz bajo el silbo del aire,
buscando el brazo protector, mi amor, de tus antorchas
buscando tu perdón, pequeño mío,
en medio de esta noche...
Oh, mi pequeño muchacho,
no soy el hombre que soñaste para ti,
no soy el hombre que escribiste en tus cuadernos,
pero he abierto una ventana en las paredes de mi corazón
que es cálido aún como las flautas de una noche de verano.
¡Entra en mi corazón, muchacho,
no tengas miedo de mi corazón
y colma su estrechura de amapoles rojos,
pues poco queda ya de aquél que me dejaste
en heredad, salvo una habitación vacía
y este hombre abrazado a la silenciosa cítara
de un tiempo ya cumplido al fondo de la noche!
Abrázame, amor mío, es tanta la luz,
es tanto
tanto
el miedo....
no tengas miedo de mi corazón
y colma su estrechura de amapoles rojos,
pues poco queda ya de aquél que me dejaste
en heredad, salvo una habitación vacía
y este hombre abrazado a la silenciosa cítara
de un tiempo ya cumplido al fondo de la noche!
Abrázame, amor mío, es tanta la luz,
es tanto
tanto
el miedo....
Es de noche ahora.
No tardaré en llegar adonde cantas.
No tardaré en llegar adonde cantas.
Floto en el alféizar como un pañuelo de seda.
Ha sido fácil.
Miro la cama.
Veo el libro de páginas manchadas
que nadie concluyó.
Veo un caballo ardiendo en la cuchara.
Veo los ojos remotos de un hombre que duerme
bajo el suave chasquido de una palabra menor.
Veo un caballo ardiendo en la cuchara.
Veo los ojos remotos de un hombre que duerme
bajo el suave chasquido de una palabra menor.
Y
ya
no veo nada
no veo nada
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Un rostro en el jardín"
Col. Cuadernos del Mediterráneo. Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca 2000. |
El Toro de Barro |
La verdad, Carlos, es que me has dejado estremecido. Un verso tuyo, tan fresco que huele a lápiz o tinta y tan de otro tiempo y otro espacio... Es un hermoso canto de sueño y despedida, colmado de luz en toda esquina, incluso en los recovecos de oscuridad que nos pintan las palabras en la estancia y en la de la noche que aguarda el salto del alma que, antes de abrir alas para soltarse al vuelo, puede volver la vista y ver esa vida, que nada ni nadie tiene el poder de concluir, porque siempre nos vamos con todo por hacer, y porque ni la vida misma ni nuestras caligrafías sobre ella, tampoco tienen el poder de cerrar ese capítulo final. Damos paso, partimos a...
ResponderEliminarEl cuerpo, me dijo una vez mi padre, se transforma en una cárcel.
Lo importante en toda vida es aceptar ese efímero regalo y reconocer que sólo es vestimenta de una luz que es esqueleto de la noche. Y otra cosa me dijo, como todo padre que quiso abrazar a sus retoños: somos hijos de la muerte.
No sólo duerme el hombre con sus ojos abiertos. El alma vuela con sus ojos bien abiertos.
No afirmo que esto es lo que quiere cantarnos el sueño, pero es la lectura que me “aguijoneantemente” me ha despertado. Y sólo rezo porque no sea prefiguración.
Un abrazo de luz, hermano.
LA
Un poema inquietante que preludia la noche y cuando la noche sucede nos enfrenta a la disociación del otro sin luz que sueña. Un poema, Carlos, que, aunque anuncia la noche, al abismo humano que bien ilustra la imagen, y le abre sus caminos, hasta en el verso final, se enraíza en la vida, en la luz. En el día.
ResponderEliminarDramática visión que parece onírica tal ves la vida en sus raíces profundas "nos ve" obrar y despertar, caminar con un nombre y apellido que defendernos mientras "otro tiempo" nos liga a lo esencial.La poesía apunta "a la vida ".Tal ves no somos nunca ese centro sino una imagen pasajera angustiada que refleja algo más adentro....¿ acaso un poema nos delata en esa dualidad fundamental ? En palabras se llega a las puertas... aveces se abren pero hay que intentarlo siempre.
ResponderEliminarCarlos, dicen que "Nunca es más oscura la noche que poco antes de amanecer". Toma una copa de vino en nombre de tus amigos lejanos, como Mery o como yo y tantos otros a quiénes les importa tu persona. Mañana será otro día con nuevos afanes. De tu pluma nunca saldrá un poema menor, eso lo sabes bien. Qué este sea un buen poema, no más que eso. Abrazos.
ResponderEliminarEs la primera vez que leo un poema escrito por vos, y me gustó mucho.
ResponderEliminarMe pareció un estilo diferente, esos que se distinguen, que no se olvidan.
Muy sentidos los versos,te felicito.