Luisa Futoransky
Foto sepia
Así debimos de
haber permanecido
con una pequeñísima imperfección que nos haría sublimes, inmarcesibles:
el volado del calzón desparejo
un levísimo fruncimiento del ceño
la piel tan tersa
rivalizando con el primer durazno de estación
En algún firmamento, así somos.
La casa hermosa, el jardín pulcro
La rueda de la vida brinca, reina
la flecha de la aguja trucada, desde el vamos
pero tanto desmayabas por jugar que girabas la manivela con fruición
a sabiendas que los prodigios no eran ni de tu voz ni de tu tiempo
un mundo de abrazos y humores exangües fue tu lote
y confundiste géneros, meteoros con planetas,
derroche y derrota, tan vecinos.
Entre los pliegues vagamente celestes zurcidos de la burca
detrás de las escarificaciones anidan destellos de soberbia
Aquí y ahora
mi desvencijada máquina de vivir.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
2ª Edición. PVP 10 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es |
En todo lugar
hay un precipicio para
los valientes
y una sombra para los
exhaustos
y un manantial
volcando su frialdad.
En todo amanecer
hay rocío para los
temblorosos
y luz para los amantes
y frías piedras y
salvajes pastos.
En todo anochecer
hay sosiego para los
tempestuosos
y liviandad para los
solitarios
y una roca para los
que yacen al final del camino.
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Admirable, conmovedor poema! No la conocía. Gracias Carlos...
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