viernes, 19 de octubre de 2012

Poesía del Holocausto: "Hijos", de Jaime Vándor.





 Jaime Vándor




Hijos




31 de octubre de 1993


Ya sé que sufrís cuando
                                    sufro
                             y lleno la habitación
                                    hasta no caber
                                    de mí mismo.

Ya sé que os ahoga
mi densidad
conozco eso y vuestra
impaciencia
vuestras ganas de abrir
la ventana –

Korczak, borboto,
decís ya sé, papá.

Aún vuestro no saber os pesa,
por favor ahora no,
de qué sirve, reconócelo

mas no puedo refrenarme
egoísta, lacerado
me arrimo para descargar
mi oneroso pesar en
hombros de juventud.

Miradas suplicantes déjanos ir
Por qué, papá, siempre tan dramático
lo que sea pasó hace ya mucho tiempo

Y es cierto. Me recrimino
queréis volar y yo os mojo las alas
no importa que las lágrimas fluyan
–grietas demasiado conocidas–
hacia adentro.

Por Dios no tracéis esta línea
Yo también sé reír en otros momentos
sois testigos
también yo comparto, creedme,
la alegre inconsistencia
os juro que puedo ser normal
como cualquier otro que nada sabe
ni piensa ni recuerda ni

Pero hay horas en que me rinde
la roca lúgubre
no es el águila que picotea,
es el cuco, ojo mudo
avasalla el cerebro

y vosotros impotentes
estáis tan lejos –
felizmente a salvo.

Mis palabras no os llegan
como no os llegan mis latidos
por más que os lleve dentro de mí
(nadie me absolverá de esa asintonía)
entiendo pero no me consuela:
ramas os mece la brisa y a la flor
qué habrían de importarle
las añejas anillas del tronco

No se trata de saber
en esto estamos de acuerdo
vuestro torrente y mi río
corren hacia eras distintas
salta el vuestro, espeso el mío
me arrastra aguas arriba

sería ésa mi auténtica patria?

Hijos del dolor
no es culpa vuestra
mi reloj asigna lejanos lutos
duelo de personas que ni he conocido
manecillas enloquecidas me hostigan
¡ay, ruta solitaria!
y esta alforja de plomo...

...idos, idos, ya hablaremos,
si no me molesto,
claro que hallaremos
el momento propiciado
y yo mismo seré otro
mañana.
Suave, mohína se cierra la puerta
vuelvo a quedarme
y más que antes, solo.

Qué oscuridad sin vosotros
qué frío de repente
qué simas sin eco.
Ya no sé, es Korczak
quien me aplasta o la ausencia
mejor cerrar los ojos
mientras sigue sofocante
esta densidad
cuando lleno la habitación
hasta no caber
de mí mismo. 
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Querría vuestro perdón pero ya no estáis.






Otros poemas de Jaime Vándor

 



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© De los poemas, Jaime Vándor
© De Negra leche del alba, El Toro de Barro. 
En caso de reproducción, rogamos se cite la autoría.
  













































1 comentario:

  1. El amor es más fuerte y este poema ya se habrá superado por el amor correspondido de sus hijos. Ya habrán podido comprender, a veces lo que se silencia es más verdadero de lo que se dice. El corazón de sus hijos ya lo habrán comprendido y estoy segura de que él lo sabe.

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