camino con los niños que cruzan
el sembrado cuando la escuela al sol. Si viera el campesino cómo buscan
perdices y engañan al reclamo, verdes más que la hierba.
Vuelo con la bandada vertical y silvestre. Es una tela fina
rescatando la luz, jugueteando al ánimo…agita un aire corto y la impaciencia de
esas ramas que alocan brotes de febrero.
Y dejo secos bulbos de niebla resistida que a ras de suelo
rueda para que los amantes se sientan melancólicos en sus mesas de té.
Alguien que me ama lejos no duerme porque me ama; lo leo en
mi semblante del espejo, sonríe como el autorretrato de Latour; lo leo en las
macetas de margaritas nuevas, se vuelven a mirar, el infierno no existe.
Y soy de lo dorado: me rescata la luz, me imploran las
perdices, me repite febrero, la abeja soñolienta que, inexperta, se huele, se
quita el hielo y vuela.
Y viajo con mi amor aunque nunca conozca a quien me amaba.
De su libro
A las damas
*El título corresponde a un verso de Dante.
Aquí,
otros poemas
de María Antonia Ricas
"Mostrasi sì piacente a chi la mira"
"Rita Haywort juega a las damas chinas"
"Fantasmas en la villa"
__________________________
© Del
poema, María
Antonia Ricas
Hermosos poema e imagen, tan puro como esos niños, tan transparentes, tan felices, porque no conocen la dureza de la vida. Es un poema que hace sentir bien el alma.
ResponderEliminarSabes Carlos, ese verso final antitético, me recuerda a tantos otros con que terminas tú tus propios poemas:
"y en cuyos ojos fríos los pájaros vienen a morir,
y no lo saben."
"saber que amo
y no saber qué amo,
y tener que lanzarme como un fardo viejo desde la ventana"
"Su corazón está lleno de caballos que relinchan por ti,
y no sé cómo decirlo,
ni él tampoco..."
"cuando la puerta miro que nunca pude abrir
porque me daba miedo."
"Y yo no sé qué hacer con el rumor
de todas estas rosas"
"y no saben huirse ni yo quedar tampoco"
Notable todo lo que escribes y lo que escriben otros y compartes.