Verónica Pedemonte
La tumba del soldado
A
Clarisa Pinkola Estés
Hoy me he sentado a reírme del mundo.
Aquí, en París, en honor de mi padres,
que corrían bajo el aguacero en el 68.
Me he sentado a reírme con ganas
porque ya lloré sobre Santiago y cierra Chile,
los venerables ancianos van en silla de ruedas,
escupen en la tumba de Allende.
He tomado una hoja de hierba y un martini,
es una risa cool, elegante y pausada,
me dejé la aceituna sobre la tumba del soldado.
Me llamaban los héroes anónimos desde los mausoleos:
No des un paso más, dijeron. Observa las estrellas.
En aquella galaxia olvidada habitaban sus sueños,
sueños de amor, pasiones imposibles, vidas pequeñas
donde gigantes se calientan las manos...
Me he sentado a reírme del mundo.
Es una risa obscena, descarnada, maldita.
Es una risa pura, infantil, inocente.
Una risa torpe, de principiante, dispuesta
para la comedia humana y Melibea soy.
Y Verlaine y Gaugin levantaron la cabeza.
Y Jean Paul Sartre levantó la cabeza, y Rousseau,
muy consciente, sacó a sus hijos de la inclusa.
Cuánto me reí, al lado del retrato de Jeanne Hébuterne,
al final les venciste, dije, mientras un empleado
del museo sacaba brillo al mármol.
Y me senté a reírme en Montevideo,
al pie de la estatua de Artigas, con Juan Gelman y Mario Benedetti.
Los tres pensaron: ¿Dónde estaban las muchachas aquellas?
Alguien parecido a Borges bailaba un tango
con una joven de navaja en la liga
en algún callejón de Buenos Aires.
Sed felices, decía, tenéis el deber de la esperanza...,
pero ya no era ciego, ni siquiera miope.
Me he sentado a reírme cerca de Auschwitz y de Treblinca.
Los muertos tienen derecho a escuchar mi alegría.
Reí y reí, hasta que se me saltaron las lágrimas.
Entonces puse las manos y canté sobre los huesos.
De
su libro
Cuando
Europa era el mundo
Otros
poemas de
Verónica
Pedemonte
«Amanda»
«Muerde»
«Pumas»
«Namasté»
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Amela Einat, "La cicatriz del humo” (Novela)
Col. «Biblioteca Internacional del Holocausto»
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales Ed.
Tarancón de Cuenca, 2005.
PVP 10 Euros
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¡Qué recuerdos despiertas Verónica! Tu poesía es intensa, vital, potente, de una inteligencia que arrebata. Sin embargo tu risa y tu canto sobre las tumbas de los muertos, nuestros muertos, liberan.
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